Elecciones USA 2008. Lo que tenemos por más querido

Comunión y Liberación USA

Como nos ha indicado el Santo Padre en la Deus Caritas Est: “El deber inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad es más bien propio de los fieles laicos” (n. 29). Este deber adquiere más que nunca una importancia crucial en el panorama político actual, donde los católicos podrían sentirse políticamente desencantados, al sentir que ningún partido y pocos candidatos comparten plenamente el compromiso total de la Iglesia por la vida y la dignidad de todo ser humano desde la concepción hasta la muerte natural. Sin embargo, no es momento de retirarse o desanimarse, sino más bien de renovar el propio compromiso (“Formar las conciencias para una ciudadanía fiel”, Conferencia episcopal de los Estados Unidos de América).

LO QUE TENEMOS POR MÁS QUERIDO
Como laicos católicos que se esfuerzan por ser fieles al llamamiento de sus obispos, hemos llegado a las siguientes conclusiones.

Como Giussani nos enseñó, lo que uno ama sale a la luz frente a las urgencias de la vida. Por eso, en la intimidad de la cabina electoral veremos “si en primer lugar está verdaderamente la fe, si lo esperamos realmente todo del hecho de Cristo, o si por el contrario del hecho de Cristo esperamos aquello que decidimos nosotros”.

Aprovechamos la oportunidad de votar como un momento educativo, que nos permitirá testimoniar qué tenemos por más querido. No esperamos la salvación ni de la política ni de los políticos. Pero sabemos la importancia crucial que la política tiene en la vida cotidiana americana.

Por este motivo, llevamos en el corazón dos cuestiones de manera particular y votaremos en función suya a los candidatos y partidos que demuestren una auténtica preocupación hacia ellas.

Primero: La libertad religiosa. Nosotros buscamos lo que los cristianos han buscado siempre, desde el principio: la libertas Ecclesiae, la libertad de la Iglesia. El poder político debe reconocer la innegable contribución de la fe a la defensa y ensanchamiento de la razón humana y su apoyo a favor de un auténtico progreso humano. Esta libertad debe incluir la libertad de la Iglesia para hablar, convencer, actuar y construir en la esfera pública; si se relega a la esfera privada del individuo, la libertad religiosa no subsistirá.

Segundo: el bien común. Aquellos que detentan el poder político deben actuar al servicio del bien común de toda la nación.

Entendemos que el mínimo compromiso indispensable para el bien común es el reconocimiento y la defensa de tres verdades obvias en relación a los seres humanos: el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural; el valor insustituible de la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer; y la libertad de educación.

Para el bien común, buscamos también a políticos y partidos que den valor a la subsidiariedad, a la colaboración entre el sector público y el privado, facilitada por un sólido sector non profit. Al mismo tiempo, buscamos personas implicadas en política que reconozcan que la subsidiariedad no puede nunca abolir la solidaridad que debemos mostrar hacia todos nuestros hermanos y hermanas que viven en este país. No puede existir una preocupación por el bien común si se ignoran las necesidades humanas fundamentales de millones de nuestros compatriotas.

Estas valoraciones determinarán nuestro apoyo a cada uno de los candidatos e iniciativas políticas en las próximas elecciones.