El teólogo Joseph Ratzinger
EL 22 de octubre de 2008, en el Aula Juan Pablo II de la Sala de Prensa de la Santa Sede, fue presentado el primer volumen del compendio de escritos (Gesammelte Schriften) de Joseph Ratzinger. En el acto intervinieron Gerhard Ludwig Müller, obispo por entonces de Ratisbona, y Giuseppe Costa, director de la Libreria Editrice Vaticana. Era el primero de la colección que salía a la luz, pero el onceno, en cuanto al número de la serie, de los dieciséis previstos. Dedicado a la teología de la liturgia, va ya por la tercera edición. Se dijo en aquella ocasión que la obra, publicada originalmente por la casa alemana Herder, sería traducida en su totalidad a diversas lenguas y que la Biblioteca de Autores Cristianos, sello editorial de la Conferencia Episcopal Española, se haría cargo de la versión al castellano.
Ocho días después, el 30 de octubre, el libro fue presentado en Ratisbona. Se inauguraba de esta forma el Instituto Benedicto XVI, creado por monseñor Müller con el fin de que en él fueran recopilados y estudiados los escritos del teólogo, obispo y Papa alemán. Como se recordará, Gerhard Ludwig Müller es, en la actualidad, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ordenado sacerdote para la diócesis de Maguncia, ha sido profesor de Teología en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich y obispo de Ratisbona. Es autor de un conocido manual de teología dogmática y visita con frecuencia España e Hispanoamérica, donde es invitado para dictar cursos y conferencias.
Fue el propio Benedicto XVI quien designó al obispo Müller como editor de sus obras y también el que indicó cuál había de ser el primer título publicado: Theologie der Liturgie (Teología de la liturgia). En el prólogo, el Papa declara el porqué. El Concilio Vaticano II dio prioridad a las deliberaciones sobre la liturgia, mostrando de esta manera que, para la magna asamblea eclesial, Dios era lo primero; así también él: «Cuando tras algunas vacilaciones me decidí a aceptar el proyecto de una edición de mis obras completas, me resultó claro que en ellas debía primar el orden de prioridades del Concilio y que, por tanto, el volumen de mis escritos sobre la liturgia debía ir al principio».
Benedicto XVI no ha desaprovechado esta coyuntura para poner nuevamente de manifiesto lo importante que es «el anclaje de la liturgia en el acto fundante de nuestra fe y del lugar que ocupa en el conjunto de nuestra existencia humana». Y ha dado, además, a entender que sus obras han de ser leídas conforme a un canon, que él mismo va estableciendo al señalar el orden de aparición de los sucesivos títulos, que, en alemán, son ya seis: sobre liturgia, doctrina de san Buenaventura, Iglesia y ecumenismo, teología del orden sacerdotal, eclesiología de san Agustín, resurrección y vida eterna.
Ahora, el libro Theologie der Liturgie ha sido vertido al español. La preocupación por asegurar la acribia en la traducción no ha decaído ni un solo instante en el decurso del trabajo editorial. Y ello ha llevado su tiempo. El autor y el tema lo requerían, pues el compendio de escritos de Joseph Ratzinger es un valioso acervo de reflexión teológica que ha ido colmándose con numerosos estudios y ensayos, sustentados por una cuestión fundamental, a la que Ratzinger ha tratado de responder con agudeza intelectual: ¿por qué creemos?
El teólogo bávaro ha tratado de dar respuesta a esta pregunta esencial acometiéndola desde diferentes vertientes, tantas como títulos, capítulos y parágrafos se contienen en esta pensada recopilación de escritos. El lector tendrá ocasión de comprobar en el último volumen de la serie cuán prolífica y sistemática ha sido su labor investigadora y divulgadora, pues en él se ofrecerá un índice detallado de las nociones filosóficas y teológicas, autores y títulos de obras con los que ha operado y desde los que ha confeccionado el corpus que ahora comienza a ser editado en lengua española.
Ciertamente, ya existían obras de Joseph Ratzinger traducidas al español. Leídas, además, con entusiasmo por sus admiradores, que no son pocos. A través de ellas, se han encontrado con un creyente -antes que con un metafísico- que busca la inteligencia de la fe en la experiencia misma de la fe. De este modo, el lector hispanohablante ha tenido ocasión ya de ir familiarizándose con los argumentos principales de las obras de Ratzinger: primacía de Dios; visión trinitaria de la realidad; centralidad de Jesucristo; la Iglesia como nuevo pueblo de Dios y comunidad hermenéutica de la Sagrada Escritura; razonabilidad de la fe; búsqueda de la verdad junto con la caridad; aspiración a la unidad de los cristianos; historia y escatología; contemporaneidad de la Palabra de Dios; comunión, sacramentalidad y salvación; revelación, escritura y tradición; liturgia y corazón de la Iglesia; ministerio ordenado como servicio gozoso a la comunidad; novedad de la existencia cristiana; pobreza y testimonio evangélico, entre otros; hilvanados todos por una coherente colación de datos bíblicos, patrísticos y de autores medievales.
¿Qué aporta entonces la edición de las Obras completas de Joseph Ratzinger al conjunto de la obra ya publicada? La revisión hecha por el propio Pontífice. Se ha dicho que en su tesis doctoral, Pueblo y casa de Dios en la eclesiología de san Agustín, se contiene in nuce todo lo que Ratzinger habría de desarrollar posteriormente con mayor explicitud. Un pensamiento incoado a partir de lecturas de las obras de san Agustín, que ha ido discurriendo por variados caminos y enriquecido con ulteriores hallazgos. Y al igual que el obispo de Hipona -quien, en la ancianidad, volvió sobre sus escritos, como se aprecia en las denominadas retractationes-, el Papa ha querido releer los suyos desde la perspectiva de una vida consagrada al servicio de la Iglesia y desde la Silla de Pedro. Es por ello por lo que la edición de las Obras completas de Joseph Ratzinger, y cada uno de sus volúmenes, deba contar, antes de salir a las librerías, con la aprobación del Instituto Benedicto XVI de Ratisbona. Y de ahí que haya que supervisar minuciosamente las versiones del alemán y de las otras lenguas en que ha escrito Ratzinger.
En estos días, precisamente, ha sido publicado el último volumen de la trilogía sobre Jesús de Nazaret de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Aparecerá, junto con los dos anteriores, en el volumen sexto de las Obras completas, con el subtítulo Cristología espiritual, que es una clave para saber cómo se ha de situar el lector ante ese libro sobre los relatos evangélicos de la vida de Jesús y otros estudios cristológicos.
Hace dos semanas tuvo lugar, en la Universidad Pontificia de Salamanca, un congreso organizado por las Facultades de Teología de España, con el fin de conmemorar el quincuagésimo aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II. La persona y la obra de Joseph Ratzinger fueron evocadas constantemente, pues asistió al Concilio como teólogo asesor, lo aplicó como obispo, lo interpretó como cardenal prefecto y lo está haciendo actual como Papa. Y sus escritos -que han ido saliendo de su ágil pluma como una lúcida contribución a la clarificación de sustanciosas cuestiones abiertas en la vida de la Iglesia en las cinco décadas postconciliares- están siendo recopilados ahora bajo su supervisión, con el criterio del que no sólo se ha acreditado en la Iglesia contemporánea como un extraordinario teólogo y un avezado hermeneuta del Vaticano II, sino del que, por encima de todo, es actual Sucesor de Pedro y garante de la eclesialidad de la fe.