Educación, el descubrimiento del Tú
Magister vitaeEl 15 de mayo don Giussani habló en Chieti, invitado por el Rector de la universidad "Gabriele D’Annunzio" de Chieti-Pescara. Asistieron 1500 personas, entre estudiantes y docentes, para escucharlo. La conferencia trataba sobre: "La educación como creación de personalidad e historia". Algunos apuntes del encuentro.
También allí dónde la visión de la vida no se pueda decir religiosa en el sentido estrecho de la palabra, me parece que la sociedad - especialmente quien la guía - no pueda no estimar la cooperación de una religiosidad inteligente, equilibrada, generosa, caritativa. No creo que no pueda mirar al fenómeno religioso con un respeto que puede llevar solamente a una cosa eminentemente positiva desde el punto de vista humano, del tiempo que pasa. A la religión: es decir, al Cristianismo, para mí.
Estamos en una época en que la idea gramsciana todavía domina el fondo de cierta cultura nuestra. Cada uno sabe que para Gramsci Cristo ya no tiene ninguna capacidad de incidencia, por tanto no tiene capacidad de despertar interés; lo que continúa del Cristianismo es la forma del culto, exterior, porque el hombre necesita de esto para poner un poco de orden dentro de sus cosas. Evidentemente yo no puedo aceptar una posición de este tipo: es suficiente, en efecto, que uno perciba cuánto su vida sea cambiada y provocada al cambio, día tras día, por el recuerdo, por la memoria - como dice la Santa Iglesia - de Cristo, para entender que no es un pasado que ya no incide en el presente, sino es un presente que, empezado en el pasado, no termina más.
Todo es dado. La educación desarrolla lo que te ha sido dado, y te empuja, y te sustenta, y te ayuda a caminar para donde tienes tu destino, para donde tiene su destino lo que te ha sido dado. Por esto la educación es una gran compañía, y el yo no puede permanecer como yo si no está dentro de esta compañía.
¡La efímera apariencia apremia una relación con el infinito, Infinito no alcanzable, con la realidad en cuanto no alcanzable por la medida propia del hombre. ¡Pero el infinito es una realidad! Y, en efecto, está aquí toda la esencia del hombre, toda la esencia y la dignidad, la pasión, sí, el ardor y la conmoción que el yo despierta a quien lo mira como si estuviera en teatro: cuando el yo del hombre se descubre a decir "tú".
El "tú" es otra cosa, significa otra cosa: tú no eres yo. Tú no eres yo: no puedo abusar de ti, no puedo utilizarte, no puedo apropiarme de ti, no puedo robarte, no puedo finalizarte a mí, ¡no! Entonces uno se da cuenta de qué quiere decir respeto, veneración, adoración. ¡Un hombre que no haya vivido nunca un momento así con su mujer, jamás ha amado a su mujer, jamás! Un adulto que nunca haya querido a su niño así, que nunca haya sentido esta ola dentro de sí mismo, este respeto repentino hacia aquella carita que podría tomar a bofetadas o acariciar a su agrado, jamás ha amado a su hijo.
Una madre, mirando al niño de tres años, de dos años, de un año, se pregunta: "¿Tú, qué destino tendrás? Cómo será tu destino"?. Si uno llega a decir este "tú" con el hombre, o con la mujer, o con el niño, o con el extraño - porque ya no existe extraño -, entonces entiende qué es Dios. El infinito, Dios, es este "Tú" que permite estos "tú". Y es este "Tú" que hace surgir en mí esta incógnita absoluta: yo no me hago a mí mismo. "Yo" y "tú": si razonan sobre estas dos palabras, entenderán a qué puede llegar una ayuda educativa. Es un amor, un abrazo, un calor, una eliminación de la soledad, una fuerza frente a todo lo que ocurra, que puede volver razonable realmente cada paso del hombre.
Pero el Destino – esto indica la cosa a la cual cada uno de nosotros pasará desde el destino original hasta el final de su tiempo, de su espacio - no podemos tocarlo, decidirlo, medirlo, tanto así como es verdadero, porque si yo te digo "tú" a ti que no conozco, aquel "tú" es lo contrario del concepto abstracto: es la potencia de lo humano que va más allá de lo físico, de lo constatable físicamente; es una constatación y es una experiencia totalizadora, en la cual lo físico es una parte.
Hace falta que la educación nos lleve a entender el nacimiento de este "yo", ante todo, hecho por Otro y destinado a Otro, y, sobre todo, este "tú" que sigue de ello: "tú". Es fácil ver este "Tú" que abraza el universo entero, lo abraza como un padre al niño.