De una memoria, una presencia; de la memoria, la Presencia
Palabra entre nosotrosApuntes de la intervención final de Luigi Giussani en la Asamblea de Responsables de Comunión y Liberación.
Milán, 7 de enero de 2003
Gracias por brindarme la ocasión, no sólo de saludaros, sino de ahondar en lo que nos decimos; pues, si echáramos a perder las palabras que lo expresan, si las arrancásemos de la vida, volveríamos a ser nada, como lo fuimos en el seno de nuestra madre. ¡No tengáis miedo! ¡No temáis y no seáis impacientes!
Vuestras intervenciones me han conmovido. No ha habido ni una que no me haya suscitado algo.
Yo reconocería dos acentos en el trabajo que se ha hecho hoy, señalaría dos términos que centran el problema en su totalidad. Y lo que afecta al hombre en su totalidad es el problema “humano”: qué es el hombre y qué debe llegar a ser, pues todo lo que es y debe ser lo espolea hacia algo nuevo.
La presencia. Hay algo que se hizo presente en el mundo y nosotros lo “llevamos” encima; como en un carro triunfal lo llevamos en nuestros pensamientos o en la profundidad dolorosa de ciertos momentos.
Cristo es una presencia. Está presente. ¡Es una presencia!
Lo que cambia el mundo que aparece ante nuestros ojos y por el que palpita nuestro corazón es una presencia. Una presencia diferente, que “convierte” - se dice así -, que hace diferente todo lo que hacemos, que cambia las acciones, pues la conciencia se expresa en los actos, y cambia la actitud de tal forma que también nuestra vida se vuelve una presencia.
¡Una presencia nos hace presentes!, con paciencia, con una fidelidad que traspasa los errores de tantos momentos, la distracción de tantos días.
Que la Virgen os haga sentir, nos haga sentir, qué presencia tan distinta llegamos a ser para el mundo entero. Una presencia distinta porque está Cristo, “cristiana”.
¡Gracias!