Comunicado de prensa a los cuatro años de la muerte de don Giussani
En el cuarto aniversario de la muerte de don Luigi Giussani (22 de febrero de 2005) y el 27° del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación, se celebrarán misas promovidas por CL y celebradas por numerosos obispos en Italia y en el mundo. La intención de las misas, que cobra actualidad por la noticia del próximo viaje apostólico de Benedicto XVI a Israel, es la siguiente: «Pedimos al Señor con insistencia el don de una paz verdadera y duradera en Oriente Próximo, conscientes de que, como siempre nos reclamó don Giussani, el cambio del mundo comienza por el cambio de nuestro corazón».
Señalamos particularmente las misas que presidirán en:
-Milán, card. Dionigi Tettamanzi, 20 de febrero.
-Génova, card. Angelo Bagnasco, 23 de febrero.
-Roma, S.E. mons. Luigi Moretti, 22 de febrero.
En una carta enviada a todos los amigos del movimiento tras su participación en el reciente Sínodo, Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL, ha escrito, entre otras cosas: «Hoy estamos llamados a ser más conscientes de la finalidad para la cual el Espíritu dio un carisma a don Giussani: contribuir, con todos los bautizados, a la construcción y renovación de la Iglesia para el bien del mundo. Siguiendo su método habitual, Dios concede la gracia a uno para que a través de él llegue a todos. Y nosotros seríamos infieles a la naturaleza de nuestro carisma si no compartiéramos el don que hemos recibido con todos, dentro y fuera de la Iglesia. Por eso, cada uno de nosotros está llamado a entender, en su circunstancia, cómo puede contribuir al bien de la Iglesia. Ya son muy numerosos los ambientes en los que muchos de nosotros hacen presente a Cristo con una libertad y una audacia que no dejan de sorprender. Nuestra presencia en los lugares concretos donde se desarrolla la vida de los hombres no puede decaer en absoluto. En ocasiones, además, se nos pide que colaboremos en el seno de la Iglesia. Muchos de vosotros ya prestáis desde hace tiempo este servicio – como catequistas en las parroquias, mediante la caritativa o a través de otras formas de colaboración – pero a partir de ahora nuestra disponibilidad deberá ser cada vez mayor allí donde nuestra presencia sea requerida y acogida. Está claro que este servicio sólo puede darse según la naturaleza de nuestro carisma, que en el testimonio alcanza su expresión más perfecta.
Estoy seguro de que este paso que nos pide el Espíritu nos introducirá cada vez más en el corazón del misterio de Cristo, de modo que podamos dar testimonio de Él en todas partes, incluso a través de nuestra fragilidad».