Clamor por la paz (sobre la guerra en Iraq)
Esta guerra equivocada ha comenzado. Los llamamientos del Papa a los contendientes no han sido escuchados. La responsabilidad de quienes han considerado agotadas las vías de confrontación que establece el Derecho Internacional, es grave. Ahora pedimos a EEUU, cuya historia representa para nosotros un referente de libertad, que tenga el coraje de ser precavido y moderado.
Hoy más que nunca cobra valor el reclamo al rezo del Rosario, al ayuno y a la penitencia, para implorar a Dios la paz mediante la conversión de los corazones. El deseo de paz, que reducido a protestas pretenciosas acaba incrementando el odio, puede salvarse y dar frutos sólo dentro de un camino de educación que se fundamente en el anuncio decisivo que resonó en la plaza de San Pedro: «Sólo Cristo puede renovar los corazones y devolver la esperanza a los pueblos» (Juan Pablo II, Ángelus 16. 3. 2003).
Por ello, seguimos al Papa y compartimos su juicio.