Carta a todos los amigos del movimento
Queridos amigos,
Aún sigue vivo en mi memoria el encuentro con el Papa en la Plaza de San Pedro el 3 de junio: quiero mirar con vosotros lo que ha sucedido.
El gesto de oración que hemos vivido con todos los movimientos junto al Santo Padre ha sido una petición al Espíritu. No es insignificante que haya elegido esta modalidad de encuentro. La razón de esta decisión la podemos encontrar en la homilía de la Misa de Pentecostés, donde Benedicto XVI expresó su convicción de que «la eficacia misionera» no depende «principalmente una atenta programación ni de la sucesiva e inteligente puesta en marcha mediante un proyecto concreto», sino, antes que cualquier respuesta nuestra, de la iniciativa de Aquel que es «el verdadero protagonista de la Iglesia»: el Espíritu de Jesucristo. Por eso es este Espíritu lo que necesitamos.
Todo en la Plaza de San Pedro hemos visto que verdaderamente es así cuando hemos escuchado al Papa decir cuál era la obra del Espíritu: «Su Espíritu entra en nuestros corazones estrechamente unido tanto a Jesús mismo como al Padre». ¿No es acaso esta pertenencia, cada vez más estrecha, lo que nosotros deseamos? Sólo si nos dejamos atraer hacia Él podemos permitir al Espíritu que lleve a plenitud la vida, la libertad y la unidad. El Papa nos ha indicado el camino.
«La vida», nos ha dicho, «la encontramos en la comunión con Aquel que es la vida en persona – en la comunión con el Dios vivo». Esta comunión con Cristo nos llenará tanto el corazón que nos hará libres, capaces de «mostrar a los demás con nuestra vida que somos libres». De este modo, Él, a través de su Espíritu, edifica su Cuerpo, generando esa unidad que encuentra el mundo y lo transforma.
Os pido que retoméis entre vosotros las palabras que el Papa nos ha dirigido, pidiendo al Espíritu que todo lo que nos ha dicho se haga cada vez más nuestro, siendo nosotros los primeros que necesitamos esta vida y libertad verdaderas. Todos conocemos la conciencia que don Giussani tenía de la urgencia de esta petición al Espíritu, por la insistencia con que nos invitaba a repetir la oración: «Veni, Sancte Spiritus. Veni, per Mariam».
Sólo así podemos contribuir a la misión de la Iglesia, respondiendo al llamamiento del Santo Padre: «Queridos amigos, os pido que seáis, aún más, colaboradores en el ministerio apostólico universal del Papa, abriendo las puertas a Cristo».
Con afecto fraternal
don Julián Carrón