Carrón: misión sin límites para los movimientos

El presidente de Comunión y Liberación lee el documento «Iuvenescit Ecclesia»
Francesco Ognibene

«Iuvenescit Ecclesia, la Iglesia rejuvenece…». El comienzo de la Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la relación entre dones jerárquicos y carismáticos para la vida y la misión de la Iglesia, que data de Pentecostés de 2016 y que procede de la Congregación para la doctrina de la fe, suena como una afirmación gozosa. Y en efecto, todo su desarrollo (5 capítulos y 24 parágrafos) es un recorrido para volver a tomar conciencia del modo con el que los carismas suscitados sin descanso por el Espíritu Santo en el tejido vivo de la Iglesia la rejuvenecen de forma permanente. Lo dijo el Vaticano II hace medio siglo, lo vuelve decir hoy la Santa Sede con palabras reforzadas por la experiencia y por la historia, ambas compartidas en esta larga pero todavía breve etapa posconciliar por Comunión y Liberación, movimiento de horizonte global y que sin embargo tiene por todas partes el rostro inconfundible de la humanidad de cada lugar específico al que los hijos espirituales de don Luigi Giussani han llegado para trasplantar su carisma educativo y misionero. Uno de ellos es Julián Carrón, que ha sido llamado a recoger su complicado testigo (es el destino de quien llega después del fundador) y a llevarlo a lo largo y ancho del mundo como presidente de la Fraternidad de CL, empujado por el impulso de un Papa que habla su misma lengua natal.

Don Carrón, la Carta pretende «favorecer una participación fecunda y ordenada de las nuevas agregaciones en la comunión y en la misión de la Iglesia». ¿Qué intención y qué tipo de gesto ha percibido en este documento?
Un gesto de paternidad de la Iglesia con respecto a los dones que el Espíritu suscita en ella para rejuvenecerla, mostrando su articulación en relación con los dones jerárquicos. Solo si se entiende la naturaleza de esta relación, podrán los dones carismáticos servir para hacer crecer la comunión y la misión de la Iglesia.

Uno de los puntos centrales del texto es la relación entre carisma y servicio a la Iglesia. ¿Qué enseña la experiencia de CL en este aspecto?
Don Giussani nos educó siempre, no solo con palabras, sino sobre todo con gestos, a ponernos al servicio de la Iglesia por el modo con el que se tomaba en serio cualquier petición que procediera del Papa o de los obispos, viviendo la obediencia como virtud suprema a imitación de Cristo. En segundo lugar, al invitarnos constantemente a la misión nos educaba en el servicio a la Iglesia. Él percibía todo el movimiento como parte de la misión de la Iglesia universal. Desde el comienzo nos propuso vivir las dimensiones del mundo con esa apertura sin límite que vemos en el papa Francisco. Piense que los primeros jóvenes del movimiento partieron hacia Brasil en enero de 1962 para comunicar a ese Cristo que había cambiado sus vidas.

¿Con qué fin se otorga el carisma de una realidad eclesial? ¿Y qué se percibe en su gran variedad?
Su fin es «el fin apostólico de la Iglesia». Dice san Pablo: «La manifestación del Espíritu se da a cada uno para la utilidad» tanto de la persona que lo recibe como de toda la Iglesia. «Que todo sirva para la edificación». Su multiplicidad habla de la condescendencia de Dios que, con su fantasía, regala a su Iglesia esta variedad de carismas para alcanzar a cada uno según su propia sensibilidad, historia o cultura, con una forma atractiva y persuasiva.

Pensemos en una realidad concreta como la de una parroquia: ¿de qué forma debe proponerse la presencia de un movimiento dentro del tejido comunitario?
Parroquias y movimientos están llamados a colaborar juntos, según su tarea, en la única misión de la Iglesia. Los movimientos pueden llegar a los hombres en el ambiente de trabajo, de ocio, en el ambiente escolar, etc., para participar después en la vida de la comunidad cristiana reunida en la parroquia. Como sucede en todas partes, los miembros de los movimientos colaboran desde hace tiempo en los ámbitos catequéticos, caritativos y litúrgicos en el seno de la comunidad parroquial.

En su camino dentro de la Iglesia, ¿qué ha descubierto Comunión y Liberación en el curso del tiempo con relación a su propia misión específica?
Uno de los aspectos más relevantes de esta Carta es que tiene como objeto «las agregaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades», realidades todas unidas por la tensión por «sugerir una propuesta de vida cristiana tendencialmente global», o «formas renovadas del seguimiento de Cristo», sin una especificidad particular. Nosotros nos reconocemos plenamente en esta descripción, según la cual el objetivo de esta agregación es llevar «a los nuevos contextos sociales la fascinación del encuentro con el Señor y la belleza de la existencia cristiana vivida en su integridad». Como escribió don Giussani en su última carta a san Juan Pablo II: «Considero que el genio del movimiento que he visto nacer consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo, es decir, la pasión por el hecho cristiano como tal, en sus elementos originales y nada más».

¿Cómo educarnos para comprender qué pide el Espíritu Santo a los movimientos en esta fase que podríamos definir como de madurez de su presencia y de su acción?
El Papa nos invita a todos a ser una «Iglesia en salida». Como nos ha dicho el papa Francisco al término de la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los laicos, la Iglesia se dirige «siempre a rostros, mentes, corazones de personas concretas… ampliando los horizontes y aceptando los nuevos retos que la realidad nos presenta… alzad la mirada y mirad “fuera”, mirad a los más “lejanos” de nuestro mundo». Solo al salir al encuentro de la necesidad de los hombres, solo a través de la realidad y de la necesidad de los hombres, podremos reconocer qué nos pide el Espíritu Santo al darnos la gracia del carisma.

¿A qué os sentís llamados por la palabra y por el testimonio del papa Francisco?
A aprender a dialogar con los hombres de nuestro tiempo a través de una forma sencilla, que está al alcance de todos: a través de un encuentro, que puede suscitar curiosidad y deseo en nuestros interlocutores.

Si tuviera ocasión de dirigirse personalmente a las personas que se acercan hoy a la realidad de Comunión y Liberación, ¿qué les propondría usted?
Nosotros proponemos la belleza de la fascinación de la fe, una fe vivida en las circunstancias presentes. Pido la sencillez de acogernos por lo que somos capaces de testimoniar de esa fascinación a través de nuestra vida, que ha sido alcanzada y cambiada por la gracia de un encuentro.

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