Alberto Ortega, nuncio en Iraq y Jordania: «Es importante plantear el regreso de los cristianos
La batalla para liberar Mosul del Daesh ha dejado al millón de personas que quedan en la ciudad en una situación «muy difícil», cuenta a Alfa y Omega desde Irak monseñor Alberto Ortega, nuncio en este país y en Jordania. Desde la ofensiva del Daesh en 2014, en Mosul «apenas quedan cristianos. Tuvieron que irse para no renegar de su fe»; como los del resto de la llanura de Nínive. Tras expulsar a los yihadistas de gran parte de esta zona, desde el 17 de octubre las fuerzas iraquíes y una coalición internacional disputan a los yihadistas, barrio a barrio, la capital de la provincia. Escasean el agua, la electricidad y los alimentos, y es muy difícil conseguir asistencia sanitaria. Más de 100.000 personas han abandonado la ciudad. «La mayoría están en campos de refugiados», explica el nuncio. Afortunadamente, «está llegando ayuda internacional», y varias instituciones de la ONU «y otras se están empeñando seriamente» en asistirlos. A través de Cáritas, también «la Iglesia intenta ayudar en la medida de sus posibilidades».
¿Cómo han recibido los cristianos la liberación de sus pueblos?
Con satisfacción y esperanza. Sin embargo, cuando han podido acercarse se han quedado tristes al ver la situación de las iglesias y las casas. Muchas han sido quemadas. Habrá que hacer un gran trabajo de reconstrucción. Todavía hay que quitar las minas, limpiar la zona para que sea segura y garantizar la infraestructura mínima para volver. No obstante, la vida recomienza muy poco a poco. Ojalá muchos cristianos y otros grupos puedan regresar cuanto antes.
¿Cuáles son las necesidades más urgentes de la población?
Además de la asistencia humanitaria, una necesidad urgente es la paz y la reconciliación. Un gran desafío es poder trabajar todos juntos, más allá de pertenencias religiosas o étnicas, en la construcción de la sociedad. Será también la mejor manera de contrarrestar el terrorismo. El terrorismo es una plaga que hay que afrontar no solo a nivel militar, sino político, económico… y sobre todo a nivel de las ideas, promoviendo la educación, el dialogo y la colaboración. Como dice el Papa en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, «que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos».
En esta guerra hay muchos actores regionales e internacionales…
Es triste constatar que muchas veces los intereses regionales e internacionales de países o grupos condicionan la política en modo tal que se provoca el sufrimiento de muchos. Por eso es fundamental poner en el centro de toda política la dignidad de la persona y el bien común.
¿Es realista pensar que los cristianos vuelvan, cuando sus vecinos han podido colaborar o beneficiarse de la presencia del Daesh?
Es muy importante plantearse el regreso de los cristianos, así como de otros grupos minoritarios. Como han dicho los últimos Papas, sería inimaginable pensar en Medio Oriente sin cristianos. La disminución de su número es una grave pérdida para la Iglesia y toda la sociedad. Por supuesto que para regresar tienen que tener las condiciones adecuadas de seguridad, de vivienda, de trabajo, etc. Es responsabilidad de todos. Además habrá que reconstruir las heridas que hayan podido producirse en la convivencia y en la confianza mutua. Pero con la ayuda del Señor todo se puede superar. En este sentido me gusta recordar la dimensión social de la misericordia. Cada vez me convenzo más de que la misericordia es la única posibilidad de una verdadera convivencia.
¿Tienen futuro en Oriente Medio?
El futuro de los cristianos se puede ver condicionado por la política hasta cierto punto, pero hay siempre un elemento que la supera. Muchas veces, la persecución ha hecho a los cristianos todavía más fuertes en su fe y, de un modo misterioso, ha favorecido incluso la difusión del cristianismo. Los cristianos tienen una misión fundamental que cumplir en todas partes, y sobre todo en Medio Oriente, que es Tierra Santa. Ser conscientes de esta misión, que es continuación de la del Señor, les ayudará a permanecer y estar presentes en contextos no fáciles. Por eso, gracias a Dios, creo que siempre habrá futuro para ellos en Medio Oriente.