Etty Hillesum

Hacia el Meeting. Etty Hillesum:«Desenterrar a Dios»

Un vínculo descubierto en la profundidad de uno mismo, fuente de libertad en cualquiera circunstancia. Incluso en la detención. La vida y los diarios de la chica judía fallecida en Auschwitz en 1943 en una de las exposiciones de Rímini
Paolo Perego

Un silencio que duró 40 años, el de Esther Hillesum. Para los amigos, “Etty". Y también para los que la conocieron solo cuando, en 1981, se publicaron sus Diarios, empezando a difundirse en el mundo entero. «En esos dos años de vida recogidos en diez cuadernos, escritos entre marzo de 1941 y octubre de 1942, y en las cartas a sus amigos está toda ella», dice José Clavería, uno de los comisarios de una de las exposiciones clave del Meeting 2019.
Por muchos aspectos, su experiencia toca también el tema de la libertad religiosa. Judía holandesa, nació en enero de 1914 y murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943. En un primer momento, «lejana de Dios, frágil, insatisfecha» y sin embargo «transfigurada» por el descubrimiento de Dios al mirar «en lo hondo de sí misma», como la describió Benedicto XVI en una de sus últimas audiencias.

«Un súbito impulso de la libertad», Clavería define así el hilo conductor de la vida de Etty, en un diálogo con el grupo de trabajo que ha preparado el recorrido expositivo de Rímini. «Y en ella aconteció en un tiempo en que, día tras día, desde la ocupación alemana hasta el campo de concentración, las condiciones de “libertad" empeoraban progresivamente». Si las circunstancias exteriores la limitan cada vez más, dentro de sí, en la relación con todo lo que le sucede, se descubre cada vez más libre.

El campo ''de pasaje'' de Westerbork, en Holanda

«En cierto sentido, muchos elementos de la historia de Etty muestran ante litteram rasgos del mundo actual», añade Clavería. «Es judía, pero no particularmente ligada a la religión, crece y vive en un mundo secularizado». Y forma parte de él. Su relación con el viudo con el que trabajaba, la relación con Julius Spier, experto psicoterapeuta discípulo de Jung, un aborto. «En medio de todo eso va germinando en ella el descubrimiento de Dios. No viene de la nada. Es el encuentro con Spier lo que marca el comienzo de la redacción de sus Diarios, sin duda un punto decisivo».

Etty comienza a analizar sus sentimientos, sus deseos, sus incertidumbres, entre crítica y tierna. «Casi me entran ganas de acariciarme la cabeza con gesto maternal y decirme: “Anda pequeña, verás cómo todo se arregla."». En medio de esta vivencia, explica Clavería, «Etty se topa literalmente con Dios». Una relación que describe ella misma: «Hay un pozo muy profundo dentro de mí. Es Dios quien vive en ese pozo. A veces, logro alcanzar ese fondo, pero casi siempre lo tapan piedra y arena. Entonces Dios está sepultado. Tengo que desenterrarlo de nuevo».

Desenterrar a Dios. Hasta en las condiciones en las que gran parte de “su pueblo" judío, al que esta mujer elegirá seguir voluntariamente a Auschwitz habiendo podido evitarlo, perderá la fe. Todo depende del sutil filo de la libertad, en cada circunstancia. Etty madura la afirmación constante de que «la vida es bella». Ni siquiera delante de sus verdugos es capaz de odiar. «Ella misma se sorprende», explica otra comisaria, Claudia Munarin. «El primer impacto de este descubrimiento de Dios es un asombro hacia sí misma. En los Diarios no relata los hechos para describirlos, sino que más bien le interesa lo que generan en ella».

La clave es su juicio sobre la realidad. «Ella dice que “en la vida lo que importa no son los hechos, sino solo lo que llegamos a ser gracias a los hechos"». Etty no resta valor a lo que pasa, prosigue Claudia. «Al contrario. Cuando se encuentra con dificultades, cuando está atormentada o se da cuenta de que “no vive a la altura de su deseo", vuelve precisamente ahí, a la realidad: cocina, remienda los calcetines, busca a un amigo...».

No es intimismo, dice Clavería. «Etty es consciente de ser parte activa en la construcción de la historia, estando recluida. Se crea una pequeña comunidad a su alrededor. Tanto antes, con el círculo de amigos del doctor Spier, como después en el campo de concentración de Westerbork, en Holanda, a su alrededor se va formado el comienzo de un pueblo».

Su libertad, su conciencia, su fe. «Etty es una flor en el desierto», añade Clavería. «En cierto sentido, es una grieta en las teorías “progresistas" que afirmaban que, con el progreso técnico, científico y cultural, la religión desaparecería. Por el contrario, como muchos estudiosos han documentado, la religión está más que viva en el mundo moderno». Existen peligros y derivas, como el fundamentalismo, la pretendida neutralidad ideológica, el intento de reducir el espacio de la fe al ámbito privado o a una forma de aportación cultural y social. Hasta llegar a las persecuciones en sentido estricto. «Pero la libertad religiosa se expresa también mediante el testimonio de tantos pueblos y personas que viven su fe como fuente de paz interior y reconciliación social. Lo mismo que vivió en su vida y nos enseña Etty Hillesum».

(de Huellas, 7/2019)