El terremoto y la tarea de devolver la esperanza

CHILE DE LUTO
Bolivar Aguayo Ceroni

Fue un duro despertar para una gran parte de la población en Chile. El 27 de febrero a las 3.35 de la mañana se registraba un terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter con una duración de un poco más de tres minutos. Minutos que bastaron para azotar a cinco regiones dispersadas en un radio de 500 kilómetros a partir del epicentro ubicado a 90 kilómetros de Concepción (la segunda ciudad más grande de Chile con casi dos millones de habitantes) frente a las costas de la Séptima Región.
A medida que amanecía, se iba descubriendo el desolador panorama principalmente en la Región del Biobío y la Región del Maule, las zonas más cercanas al epicentro. En estas dos regiones del país, se registraron maremotos y tsunamis que ingresaron hasta dos kilómetros tierra adentro arrasando con todo. Hasta el momento, se tiene registro de 708 muertos en todo el país sin contar la gran cantidad de personas desaparecidas. Es aún muy difícil hacer un catastro de todos los daños humanos que dejó el terremoto debido a que todavía existen zonas (principalmente pueblos costeros) donde ha sido muy difícil comunicarse o llegar hasta ahí debido a la destrucción de las redes de telecomunicaciones y al mal estado de carreteras, puentes, puertos y aeropuertos.
Una de las mayores preocupaciones es que febrero es un mes donde mucha gente está de vacaciones y suelen llegar numerosas personas a los balnearios ubicados en las regiones donde tuvo lugar el fenómeno.
En las ciudades de Concepción, Talca y Curicó se vive la situación más extrema: no hay agua ni electricidad en gran parte de las regiones más afectadas. Muchos hospitales fueron parcial o casi completamente dañados, colegios, municipalidades, casas y edificios. La gente desesperada busca agua, alimento y combustibles desatando serios desmanes e incluso llegando a invadir locales comerciales y supermercados. Debido a los saqueos y la desesperación de la población, se decretó toque de queda a partir del domingo 28 de febrero que rige en estas dos regiones del país entre las 21.00 y 06.00 hrs.
La ayuda ha ido poco a poco llegando a los lugares más necesitados. Hasta ahora, la prioridad de las autoridades es lograr rescatar a personas que aún puedan estar con vida bajo los escombros o en lugares apartados donde no hay comunicación.
La ciudad de Santiago fue afectada especialmente en sus modernas autopistas urbanas perdiendo puentes y pasarelas. El grave deterioro de edificios y la caída de muros de casas, especialmente en la periferia, dejó 50 muertos. Santiago se encuentra internacionalmente aislada, porque su aeropuerto, símbolo del desarrollo de esta ciudad, se ha visto inutilizado en gran parte por sus severos daños. El servicio de agua potable, gas y energía eléctrica ha ido paulatinamente regresando a la capital.
El panorama es desalentador, aún no se estima con exactitud la dimensión de los daños ni los costos que provocó el terremoto. Tampoco se sabe cuánto tardarán en reconstruir las ciudades y los poblados golpeados por la naturaleza, pero mientras las familias extraen los escombros de sus casas, se envían alimentos de una ciudad a otra, y cocinan y duermen en casas de amigos. Varias ciudades se han destruido total o parcialmente, pero lentamente emerge el rostro de un pueblo que entierra a sus muertos y consuela a los caídos, busca a los que están desaparecidos… como una tarea en que se les va la vida a los que están vivos, la tarea de devolver la esperanza.