Tokio

Tokio. La compañía está en el fondo del yo

De Suiza a Japón. Todo cambia alrededor: amigos, trabajo, casa, empleo. Y nada más llegar, cuatro meses de aislamiento en casa por la pandemia. Pero para Gabriele es la ocasión de descubrir «de dónde emana esa Presencia que llena mi vida»

Ha sido un año ha sido especial para mí porque me he mudado de Suiza a Japón. Todo ha cambiado a mi alrededor: amigos, trabajo, casa, idioma. Al poco de comenzar mi nueva vida estalló la pandemia, que me encerró en casa solo cuatro meses. Entre cuatro paredes, aunque me faltaba la compañía de mi familia y mis amigos, en realidad nunca me he sentido solo. Para mí, esta ha sido la ocasión, aún más que antes, de descubrir que la compañía está en el fondo de mi yo. Solo es posible no sentirse solo cuando hay un amor vivo y presente en la propia vida. Me he descubierto fiel a la vida y al camino del movimiento porque veía que de ahí manaba esa Presencia que llena mi vida. No es simplemente la compañía del movimiento lo que está presente en mi vida: es Su misma Presencia.

Me doy cuenta de que hay un amor presente del que nace un juicio diferente, nuevo. Cuando este amor no existe, miro las cosas sin fuerzas para identificarme con ellas, sin captar su profundidad y dramaticidad. Entonces las desdeño y las ignoro porque dejan de interesarme y solo las valoro en función de su utilidad. Así, por ejemplo, las personas se reducen a alguien simplemente simpático o antipático, útil o aburrido. Sin embargo, cuando en mi vida prevalece un amor que la invade, todo me interesa más y puedo captar la profundidad de las cosas. Cuanto mayor es este amor, más puede llegar a invadirlo todo. Realmente cambia la manera de mirarlo y tratarlo todo.

Hay muchos ejemplos. Como la increíble experiencia surgida a raíz del encuentro con Takashi Nagai que, desde la exposición del Meeting 2019, ha tocado muchos corazones en los cinco continentes y ha dado un vuelco a nuestra comunidad de Tokio. Es otro testimonio de cómo se comunica su Presencia mediante grandes testigos, superando el tiempo y el espacio. Esa Presencia que en la vida de Nagai venció la destrucción de la bomba atómica, generando paz y alegría en medio de la situación más radical de devastación y muerte, está llenando ahora mi propia vida.

Esta es, muy resumida, la experiencia que he tenido de su Presencia a través de nuestro carisma. A pesar de estar solo me he sentido pleno, justo cuando me he visto privado de las cosas más banales y habituales, me he sorprendido mirándolo todo, hasta lo que desde Japón se ve tan lejano físicamente, con una ternura y una pasión que salen espontáneamente. Pido al Señor que me conserve esta mirada porque la vida así es cien veces más bella.
Gabriele, Tokio