Nos han comunicado que 18 camas de nuestra planta de Cardiología se destinarán a pacientes Covid y los cardiólogos tendremos que hacernos cargo de ellos por turnos. Además, nos han dicho que temporalmente nuestra planta dejará de formar parte de la red de infarto. Ha sido un golpe para todos, incluso un colega me decía: «Hemos perdido».

De vuelta a casa, me preguntaba si era así, si hemos perdido. Si yo he perdido. Y mi respuesta es que no. Mi consistencia y el valor de mi trabajo no residen en el hecho de poder hacer lo que me gusta y he estudiado, que si Dios quiere volveré a hacer. Entonces me he acordado de lo que oí decir recientemente en un encuentro en el que participé: en la realidad está todo, incluso con las mascarillas que faltan y toda la desorganización… Este es mi punto de partida. Puedo analizar la cuestión o tocar ese punto candente que vuelve a ponerme en marcha.

Ciertamente, puedo salir perdiendo. Puedo perderme una ocasión. Si me enfado, si me quedo en la queja, no puedo conmoverme. Ahora justamente tengo la necesidad de no perderme nada, de descubrir dónde me llevará, ir hasta el fondo.

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Siento una gratitud inmensa por cómo se me educa constantemente, de modo que ante la afirmación «hemos perdido», enseguida me pregunte si eso es verdad en mí. Qué suerte poder tener un encuentro así, que me permite estar delante de lo que sucede. Me ha ayudado a entender un poco mejor el carisma.
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