El sábado 30 de mayo se celebró por Zoom la asamblea nacional de Portofranco con 25 centros conectados para vivir juntos un momento, como dijo su presidente Alberto Bonfanti, para testimoniarse mutualmente cómo esta entidad ha podido mantenerse fiel a su origen incluso durante la emergencia del coronavirus.

Fue una riada de testimonios, empezando por los jóvenes voluntarios de Portofranco en Milán, que contaron cómo han ayudado a estos chicos mediante herramientas online. De este modo, ha salido a la luz el secreto de una experiencia de compañía que ha sorprendido a los propios voluntarios: la necesidad de relación que los chavales expresaban esperando la respuesta de esas personas con las que estaban caminando, su necesidad de una mirada que les acompañara a la hora de afrontar las preguntas por el sentido de lo que estaba pasando, que cada vez se hacían más urgentes durante el confinamiento. Un relato común a múltiples intervenciones. El corazón suscitaba las mismas preguntas en todos.

La asamblea mostró la riqueza de la experiencia de Portofranco, tan presente en este momento, caminando día a día con los chavales y buscando las más diversas formas de compartir su necesidad de ayudarse en el estudio. Lo señalaba Bonfanti al término del encuentro: «La situación que se ha creado con el coronavirus nos ha vuelto a mostrar el método que está en el origen y en el que se apoya toda nuestra aventura, la relación de tú a tú, la necesidad de la persona que pide a otra que la mire y la vuelva a acoger».

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Estos meses, el virus no ha cerrado el corazón de Portofranco, más aún, lo ha hecho latir todavía más fuerte, haciendo más esencial y verdadera la relación entre voluntarios y alumnos.
Gianni, Abbiategrasso (Milán)