Día nacional de la revista Huellas

Los testimonios de la venta de Huellas en Lima, Lurín, Callao, Huánuco, Chiclayo, Nueva Cajamarca

¡Ha sido una fiesta! Los testimonios lo documentan así como las mismas imágenes de los grupos de “vendedores” de Huellas. 705 revistas vendidas en Lima, Lurín, Callao, Huánuco, Chiclayo, Nueva Cajamarca. Y para todos, un verdadero acontecimiento.

TESTIMONIOS

María Luisa

El día nacional de Huellas me permitió verificar lo que vivo, mi certeza de que Cristo es un hecho real en mi vida. En medio de la gente, vendiendo una revista que aún no conocen y te ignoran o se burlan, me hizo entender que el único motivo de la venta es un amor por la experiencia cristiana que he encontrado y que es para todos. Además, comprendo que el éxito de ese día no fue cuántas revistas se vendieron, sino la conciencia de lo que porta la revista como instrumento cultural que forma una mira universal de la vida.

Jessica
Coco, esposo de Maribel, y yo fuimos a la parroquia San Juan Masías en San Luis. Vendimos 3 revistas. Cómo este gesto puede cambiar tu día, porque me hizo hacer memoria de pertenencia a un pueblo, a una historia, cuando respondía a las personas que preguntaban qué es Comunión y Liberación o de qué trata la revista. Vivir así tu día afirmando a Cristo cambia todo, cómo miro a mis hermanos después de llegar a casa o a mis alumnos.

Silvia
Era imposible no mirarnos con afecto entre nosotros. Ha sido una provocación continua a nuestra libertad. ¡He visto nuevamente un pueblo!, que se vuelve en espectáculo atractivo para otros y para nosotros mismos. Es tan cierto que el yo se despierta en un encuentro que te remite a Uno que me ha elegido.

Alfonso
En Perú, una fiesta diferente, día nacional de la revista Huellas, la primera editada en tierras americanas. Hoy hemos salido a las calles, plazas del país y parroquias a vender la revista. Ha sucedido de nuevo el espectáculo de un pueblo en acción, el multiplicarse de encuentros, el florecer de la libertad en acción. Un grupo de familias con los niños hemos ido a la parroquia del Santísimo Nombre de Jesús. Colocamos nuestra mesita desde las nueve hasta la una y a la salida de las misas abordábamos a todo el que salía. Se vendieron las 31 revistas que llevábamos, se hicieron 4 suscripciones y se invitó a las personas a la Jornada de apertura de curso del movimiento. Una persona se paró y pregunto: «Pero, ¿cómo hago yo para ir a este encuentro?». Rápidamente, una amiga nuestra le dio su teléfono y quedaron para recogerla y llevarla. Otra persona se acerca a la mesa y tras conversar un rato pide hacer una suscripción anual. Otro reconoce que el que vende es su médico y él le dice: «Compra la revista, es una verdadera ayuda para tu vida», y este inmediatamente la compra. Nos acercamos a un grupo de chavales y les proponemos la revista y dicen que no tienen plata. «Si alguno me dice que le interesa y que se va a mirar la revista, yo se la doy y la pago de mi bolsillo...». Un segundo de silencio y estupor, y de pronto una chica dice: «Yo la quiero». Me giro, nos miramos y dice: «Y espera, que te la pago». Mientras me alejo, pienso: «¿Quién será esta chica? ¿Por qué ha comprado la revista? ¿Que será de su vida?». Y así cada revista, cada suscripción, un encuentro. Un encuentro de dos libertades. Cómo he vibrado con cada persona que he encontrado. Hoy he vendido 5 revistas, más que en 25 años de movimiento. Al recoger veo las caras de alegría y conmoción de mis amigos, se cruzan mensajes y fotos de otros lugares de venta, se vive con pasión. Y en ese instante me doy cuenta de que estaba ocurriendo lo mismo aquí en Lima que había contado Seve de la venta de Traces en Kampala, de la inmensa alegría y gratitud por descubrir cada vez más los rasgos inconfundibles de Aquel que está fascinando nuestra vida y poder darle a conocer a todos los que encontramos.

Paolo
Con Yordani y Juancho estuvimos en la iglesia de María Reina (Miraflores) y cubrimos todas las misas de la mañana. Después, llegaron Daniela, Sara, Claudia que ya habían vendido en otra iglesia, y después Giuliana con Serena y Roberto, los dos médicos italianos que estuvieron en la selva. Al párroco, que saludamos tempranito en la mañana, a pesar de haber dado su permiso, no le gustaba la idea y nos dijo que era una excepción solo por una vez. Mucha gente no se paraba ni escuchaba, pero muchos de los que compraron la revista tenían curiosidad y preguntaron con respeto por la Jornada de apertura de curso. Yo me he dado cuenta aún más de la importancia de tener un espacio en Huellas para escribir sobre Perú. Vendimos (mejor dicho, ¡vendieron!) todas las revistas más unas cuantas que habían quedado del grupo que estuvo en el Callao.

María Fernanda – CLU
Elizabeth, Shirley, José Luis, Cynthia y Mafer fuimos a vender a la Capilla San Columbano en Los Olivos. Desde un primer momento, nos sorprendió mucho la acogida que tuvimos por parte de los padres que celebraron la Misa. Nos permitieron anunciarlo y, después de la bendición final, el mismo padre invitó a la comunidad a comprarla, puesto que era una forma de conocer testimonios de gente que tiene a Cristo en su vida. A la salida nos faltaron ejemplares para vender; no eran suficientes y las personas que la compraban estaban muy contentas de hacerlo. Cuando salió, el Padre comentó que la leía y se alegró que ahora se estuviera haciendo en Perú. Nosotros estábamos muy contentos y conmovidos por todo lo acontecido.

Juan Ignacio
El día de la venta me sorprendió ver cómo algunos tomaban en serio la propuesta. No tanto por el hecho de que quisieran vender mucho (si no, partiríamos de un punto equivocado), sino para verificar una propuesta. La mayor sorpresa fue ver en algunos la urgencia de ir al fondo de su deseo, de jugarse en este gesto la posibilidad de encuentro del otro con Cristo (a través de una revista). Era evidente la urgencia por comunicar lo más querido. Así, la venta o el propósito del día se cumplía; no era necesario vender un producto, sino proponer a otros la propia experiencia, para que el otro, mirando tu cara, viera que hablabas con verdad. Esta fue la única posibilidad de conmover los corazones un tanto dormidos de las personas. Ante un gesto de caridad así, nadie es capaz de resistir, principalmente cuando se intuye que se te propone algo que es un bien para tu vida.

Katherín
Me llamó la atención cómo invitamos a comprar la revista. Frases como decía la señora Emperatriz, que no puede venir a Escuela de comunidad por un problema de vista, pero que está presente y atenta a todos los avisos que se envían. Fue la primera en responder al llamado del voluntariado para el Día de Huellas: «Es una revista que hace ver a Cristo presente ahora en la sociedad y en la vida». Oswaldo decía: «Compre la revista católica Huellas: ¡Es un bien para su vida!”. Karina, cuando veía a parejas o familias, se acercaba y les ofrecía la revista diciendo que en ella se habla de la familia. Giovanni decía: «Compre la revista Huellas para entender mejor el cristianismo». Había frases curiosas y graciosas muchas de ellas, pero más allá de un marketing expresaban un juicio sobre lo que significa Huellas para cada uno de nosotros.
Otra cosa que no ha pasado desapercibida es que, cuando nos contábamos cómo nos había ido la venta, no era determinante la cantidad de revistas vendidas, sino la alegría en los rostros. Nadie salió triste o lamentándose y eso que en muchos casos no nos dejaban vender; había problemas con los de seguridad de los centros comerciales, los ambulantes y otras dificultades. Cuento un hecho que me ha marcado. Vino una señora a preguntar cuánto costaba la revista; le dije que 7 soles; en ese momento, se acerca otra señora mucho mayor y que no hablaba bien el español, al parecer era de la sierra, y me muestra sus 3 soles y me dice que quiere la revista con un gesto, yo la miro y no podía decirle que no; y la otra señora que miraba todo, me dijo: «¿A mí también me la puedes dar? Solo tengo 5 soles». No podía decirles que no, ni siquiera lo pensé. Inmediatamente les alcancé la revista y ellas se fueron contentas. Mientras se alejaban pensaba en su destino, en por qué habían comprado la revista con ese entusiasmo; me salía una ternura hacia ellas aunque no las he visto jamás en mi vida. Y, finalmente, esto ha generado un entusiasmo en muchos, porque conversando con personas que hicieron la venta y algunos que no la hicieron, pedían que este gesto fuera mensual. Este entusiasmo debe madurar para que no se quede en un sentimiento sino que se convierta en un camino.