Un pueblo y la aventura de las apariencias
La Thuile, asamblea internacional de responsables«Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo, porque si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Así que, ya vivamos, ya muramos, del Señor somos»
(Rm 14,7-8).
Deseo que el Espíritu de Jesús os haga comprender lo que dice san Pablo; porque la cultura de un pueblo, es decir, la balanza de su historia, es la expresión viviente de lo que hace del pueblo, que pertenece a Cristo, el verdadero protagonista de la gran aventura de las apariencias. He esperado todo el año para poderos saludar y conocer uno a uno: lo que da origen al rostro y a la vida de una persona o de un pueblo es la filiación original que el Hijo del Padre concede a la vida del hombre, al que ama.
Creo que Jesús este año pide a nuestra amistad el sacrificio de poder conocernos. Se lo ofrezco por la vida.
Se lo ofrezco por vuestra vida personal y por la vida de esa parte del pueblo de Dios que os toca vivir. Pero el Señor al que pertenecemos es el Señor del tiempo y del espacio, el Señor de toda vida. Por tanto, ahora o “entonces” conoceremos lo que nos ha unido en la verdad y en el amor al mundo.
Vuestro amigo,
Luigi Giussani