Se construye a partir de la persona
Nuestro país está sumergido en una profunda crisis que afecta a todos los venezolanos sin distinción de clases sociales y posición política. Las casi 25 mil muertes violentas del 2013, el 56% de inflación y el desabastecimiento de productos básicos afectan a todos por igual. Estos han sido los principales motivos por los cuales han comenzado a protestar los estudiantes el pasado 12 de febrero.
Esta crisis no puede resolverse con violencia. Por ello es inaceptable la represión y violación de los derechos humanos por parte de los organismos de seguridad del estado, siendo ellos los primeros responsables de garantizar la seguridad ciudadana. De igual forma, algunas de las manifestaciones de descontento en contra de la gestión del actual gobierno se han tornado violentas y reaccionarias, corriendo el riesgo de pretender resolverlo todo con salidas desesperadas e inmediatas que no son viables.
Nuestra sociedad clama por una mirada compasiva, atenta, que escuche, que sea capaz de reconocer al otro desde lo diverso, que valore al otro por lo que es y no por lo que piensa, lo que tiene o hace. Sólo Cristo genera esta mirada, esta humanidad nueva capaz de tener misericordia y perdonar para sanar las heridas.
Es por ello que los cristianos debemos partir de nuestra identidad. Como ha dicho el Papa Francisco: “Cristo nos primerea”. Por tanto, el criterio del “hacer” viene por la conciencia del “ser” que introduce un criterio de acción diverso, que le apuesta a la dignidad y libertad de cada persona y se pone al servicio del bien común, respetando su dinámica y sus tiempos, siendo así una presencia original en la sociedad que nace del encuentro con Cristo y su Iglesia y no desde la violencia cortoplacista que nace de la reactividad.
En los momentos más cruciales de la historia, el Señor ha suscitado personas y carismas que han puesto en evidencia un método claro al cual seguir, una propuesta de vida que ha fecundado en el tiempo y generado protagonistas que con una conciencia nueva y obras concretas, han favorecido el desarrollo de la humanidad. Como San Benito, Don Bosco, Don Giussani o Teresa de Calcuta, entre muchos otros, nosotros estamos llamados hoy a construir lugares plenos de humanidad nueva, obras que sean testimonio de caridad; la misma que Cristo tiene con nosotros cada día.
“La paz social – como afirma el Papa Francisco – no puede entenderse como una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros” (Francisco, EG). “Sólo es posible alcanzarla realmente y gozar de ella, como mejor calidad de vida y como desarrollo más humano y sostenible, si se asume en la práctica, por parte de todos, una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común” (Juan Pablo II, SRS).
Por ello nos sumamos al llamado reciente que hizo el Papa Francisco sobre la situación de nuestro país: “Empezando por los responsables políticos e institucionales, no se escatimen esfuerzos para favorecer la reconciliación nacional, a través del perdón mutuo y del diálogo sincero, en el respeto de la verdad y de la justicia, capaz de afrontar temas concretos para el bien común”.