Scola: cuatro soluciones para los divorciados vueltos a casar
Ante la proximidad del sínodo, el choque entre los fautores del cambio y los defensores de la doctrina y de la praxis bimilenaria de la Iglesia católica en materia de matrimonio se enciende cada vez más.
El choque se combate también, y de manera especial, en los más altos niveles de la jerarquía, entre los cardenales de primera magnitud. En particular sobre el dilema entre el sí o el no a la comunión sacramental para los católicos divorciados y vueltos a casar por lo civil.
Los innovadores tienen a su aguerrido jefe de filas en el cardenal y teólogo alemán Walter Kasper. Ningún otro cardenal se ha alineado públicamente con él de manera argumentada hasta ahora. El único que le ha prometido apoyo ha sido el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, el cual ha anunciado que llevará al sínodo un documento firmado por los obispos alemanes favorables al cambio.
Pero no es un misterio que de parte de Kasper está el Papa Francisco, el cual no ha dicho nunca pública y claramente cuál es su pensamiento, pero lo ha hecho intuir con el simple gesto de confiar precisamente a Kasper la relación introductoria al consistorio del pasado febrero, prueba general del próximo sínodo, y de "concordar" con él - como ha revelado el propio Kasper - las propuestas de cambio contenidas en la relación.
Viceversa, los cardenales que se han pronunciado contra las tesis de Kasper y en defensa de la doctrina y de la praxis tradicional son numerosos y de renombre.
Cinco de estos han sido los primeros y lo han hecho en varias ocasiones; la última, juntos en un libro de varios autores que está a punto de salir en Estados Unidos y en Italia. Son los cardenales Gerhard L. Müller, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, Walter Brandmüller, Raymond L. Burke, Velasio De Paolis y Carlo Caffarra.
Como ellos, han intervenido públicamente y de manera argumentada otros cinco cardenales: el español Fernando Sebastián Aguilar; el arzobispo de Toronto Thomas Collins; el australiano George Pell, prefecto en la curia de la recién creada secretaría para la economía; el otro canadiense Marc Ouellet, prefecto de la congregación para los obispos, y el arzobispo de Milán Angelo Scola.
Pell se ha pronunciado escribiendo el prólogo a un libro que también está a punto de salir en los Estados Unidos y en Italia.
Mientras que Ouellet y Scola han intervenido con dos amplios ensayos en el último número de la edición norteamericana de "Communio", la revista internacional de teología fundada a principio de los años setenta por Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y Joseph Ratzinger.
De estos diez cardenales, seis participarán en el próximo sínodo, a saber: los cardenales Müller, Burke, Caffarra, Pell, Ouellet, Scola.
Pero en el sínodo se sentarán también otros cardenales que, es seguro, se manifiestan en defensa de la tradición, como son Péter Erdö, al que se ha confiado la relación general, Timothy M. Dolan, Willem Jacobus Eijk, Christoph Schönborn, Angelo Amato, Mauro Piacenza, Elio Sgreccia, Angelo Bagnasco.
A continuación puede leerse un fragmento del ensayo que el cardenal Scola ha publicado en "Communio" y tambien en la revista boloñesa "Il Regno".
De particular interés, en este fragmento, son las propuestas de solución dadas al problema de la comunión a los divorciados vueltos a casar.
Son cuatro propuestas hechas en plena continuidad con la doctrina y la praxis tradicional sobre el matrimonio, pero no privadas de elementos innovadores, y que hacen referencia a:
- la comunión espiritual o "de deseo";
- el recurso al sacramento de la reconciliación aunque sea sin absolución;
- la continencia sexual mientras perdure la unión civil;
- la comprobación de la validez o no del matrimonio no sólo por obra de los tribunales diocesanos o de la Rota, sino también con un procedimiento canónico nuevo, más veloz, no judicial y de competencia del obispo del lugar.
Este último procedimiento está propuesto por el cardenal Scola de manera detallada. Y se puede prever que tendrá mucho eco en el sínodo.
Con la misma intención de "simplificar el procedimiento haciéndolo más veloz", el Papa Francisco ha instituido el pasado 27 de agosto una comisión especial para la reforma de los procesos matrimoniales canónicos, con la advertencia de "salvaguardar el principio de indisolubilidad del matrimonio".