Reflexiones sobre el nuevo Papa por parte del responsable de Comunión y Liberación
Don Julián Carrón es un sacerdote español, responsable actual del movimiento eclesial internacional Comunión y Liberación. Fundado por don Luigi Giussani, el movimiento está presente hoy en más de ochenta países. Don Giussani eligió a Carrón como sucesor en la guía del movimiento antes de su muerte, que tuvo lugar en 2005. Greg Erlandson entrevistó a Carrón en marzo, tras la elección del papa Francisco en Roma.
¿Cómo valora la elección del papa Francisco? ¿Le ha sorprendido? ¿Le conoce?
Mi primera reacción ante la noticia de la elección del Papa fue de alegría, aun antes de conocer el nombre del elegido. Es algo que forma parte del misterio de nuestra fe católica. Cuando supe que había elegido el nombre de Francisco, me sentí verdaderamente feliz, porque con esto quiere mostrar a todos cuál es para él la verdadera riqueza: Cristo. Realmente me sorprendió su elección, no me lo esperaba. Pero me alegré inmediatamente. No le conozco personalmente, pero mis amigos de Argentina le conocen muy bien. Le invitaron a presentar varios libros de don Giussani en Buenos Aires.
¿Qué espera usted de este pontificado? ¿Cuál es el don más grande que el papa Francisco puede dar a la Iglesia en el momento que estamos viviendo?
No puedo dar mejor respuesta a esta pregunta que la que dio el propio papa Francisco. El mayor don para la Iglesia es mostrar que “la verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque corresponde a la necesidad profunda de la existencia humana”, como dijo a los cardenales al día siguiente de su elección. Espero y rezo para que el papa Francisco nos testimonie la belleza de ser cristianos hoy, como san Francisco lo testimonió en la Edad Media.
Se ha hablado mucho de la reforma de la Curia. ¿Pero no es tal vez necesaria una renovación de la Iglesia entera, incluida la Curia? ¿Cómo definiría o explicaría en qué consiste esta renovación, en términos comprensibles para un católico de a pie?
No hay ninguna renovación de la Iglesia más que la conversión a Cristo. Sólo si cada uno de los cristianos se convierte en una criatura nueva, podremos reflejar ante el mundo la belleza y el atractivo de Jesucristo. No es un problema de estrategia o de cambios organizativos, sino de conversión. Esto es lo que la gente espera de nosotros: una vida en la que cada uno pueda reconocer que se puede vivir así en medio de la confusión en que nos encontramos.
¿Podría decirme cuál es la actitud del papa Francisco hacia los movimientos, y qué papel han jugado estos en la archidiócesis de Buenos Aires?
Se muestra disponible y abierto en relación a los movimientos eclesiales. Puedo atestiguar su gran estima hacia nosotros. Al mismo tiempo, desea que los movimientos estén al lado de la gente en sus ambientes. No ha elegido a ninguno de nosotros para ocupar cargos en la Curia de Buenos Aires, prefiere vernos comprometidos en la misión.
Me gustaría preguntarle algo sobre el movimiento que usted guía, Comunión y Liberación. ¿Qué dimensiones tiene actualmente, en cuántos países está presente?
Nuestro movimiento está presente en ochenta países en el mundo entero. Obviamente, nuestra presencia es distinta en cada país: en muchos de ellos somos una realidad pequeña; en otros, como Brasil, España o Estados Unidos, nuestra presencia es más consistente. Italia, donde nació el movimiento, sigue siendo por otro lado el país donde nuestra presencia es más relevante.
¿Cómo describiría la esencia de la misión de Comunión y Liberación? ¿Cuál es el carisma de su fundador, don Luigi Giussani, su mayor don para la Iglesia?
La misión de Comunión y Liberación es educar en la fe. Don Giussani resumió el contenido y el objetivo de su esfuerzo en estas palabras: “Por mi formación primero en la familia y en el seminario, y por propia meditación después, me había persuadido profundamente de que una fe que no pudiera percibirse y encontrarse en la experiencia presente, que no pudiera verse confirmada por ella, que no pudiera ser útil para responder a sus exigencias, no podía ser una fe en condiciones de resistir en un mundo donde todo, todo, decía y dice lo opuesto a ella; tanto es así que incluso la teología, durante bastante tiempo, ha sido víctima de este ceder. Mostrar la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida y, por consiguiente – este “por consiguiente” es importante para mí –, demostrar la racionalidad de la fe, implica un concepto preciso de racionalidad. Decir que la fe exalta la racionalidad quiere decir que la fe corresponde a las exigencias fundamentales y originales del corazón de todos los hombres” (L. Giussani, Educar es un riesgo, Madrid 2006, pág. 19).
El movimiento nació en un contexto difícil, marcado por el terrorismo y el radicalismo. Hoy la realidad es distinta y plantea otros desafíos. CL es un movimiento “de mediana edad”, si me permite la expresión. Aún hay muchos jóvenes, pero también hay más mayores, como pude ver en el Via Crucis del Viernes Santo en Roma. ¿Qué debe hacer Comunión y Liberación para seguir siendo hoy una fuerza vital en la Iglesia?
Tratamos de seguir siendo esta fuerza vital. La presencia aún consistente de CL en las universidades, en los centros educativos, entre los jóvenes, es un buen signo de esto. Significa que el movimiento sigue siendo capaz de ofrecerles una propuesta atractiva. Todo depende de la fidelidad que tengamos al carisma que hemos recibido. Estoy convencido de que el movimiento es una propuesta válida para vivir la fe en la sociedad moderna.
? Lee el texto original en inglés «Thoughts on the new pope by the head of Communion and Liberation», OSV, Monday, April 8, 2013.