«Pidamos la fe como una experiencia presente». El mensaje de Julián Carrón para la peregrinación Macerata-Loreto
Queridos amigos, vuestra peregrinación de este año está marcada por el hecho de tener lugar dentro del Año de la fe. Esta circunstancia nos pone delante la petición que debemos llevar con nosotros a lo largo del camino: pedir la fe en Jesucristo, Señor y Dios nuestro. Como el padre del niño, que le dice a Jesús: «Creo, pero ayuda mi falta de fe» (Mc 9,24). O como los apóstoles: «Auméntanos la fe» (Lc 17,5).
El motivo de la urgencia de esta petición a la Virgen nos lo explicaba Benedicto XVI: «Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado» (Porta fidei).
¿Por dónde podemos volver a empezar? ¿De dónde obtener la energía para retomar el camino constantemente? Esto sólo será posible si pedimos la fe como una experiencia presente: «Por mi formación primera en la familia y en el seminario, y por propia meditación después, me había persuadido profundamente de que una fe que no pudiera percibirse y encontrarse en la experiencia presente, que no pudiera verse confirmada por ella, que no pudiera ser útil para responder a sus exigencias, no podía ser una fe en condiciones de resistir en un mundo donde todo, todo, decía y dice lo opuesto a ella» (L. Giussani, Educar es un riesgo). Vuestra meta no es la reliquia de un pasado, sino el signo de algo que, habiendo comenzado en el pasado, está sucediendo ahora.
El papa Francisco es, en este momento, el testigo más poderoso de esta fe presente que el Espíritu ha mandado a Su Iglesia: «Lo importante es el encuentro con Jesús, el encuentro con Él; y esto te da la fe, porque es precisamente Él quien te la da. (…) Así que subrayo la importancia de dejarse guiar por Él» (18 mayo 2013).
Que no nos suceda con Jesús lo que el Papa describía el día de Pentecostés: «Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos» (19 mayo 2013).
Sólo si vuelve a suceder la fe como evento real en nuestra vida, podremos estar a la altura – no porque seamos mejores y más capaces, sino porque nos abandonamos más a Aquel que «a todos da la vida y el aliento» (Hch 17,25) – del llamamiento del papa Francisco a salir e ir a las «periferias existenciales» para testimoniar la fe.
Julián Carrón