Navidad 2016. El Cartel de Comunión y Liberación
Como cada año, el movimiento de Comunión y Liberación propone una imagen artística y un texto como ayuda para vivir el misterio de la Navidad.
Este año la imagen es Historias de la infancia de Cristo: Natividad, hacia 1313. Giotto y taller, Basílica Inferior de San Francisco, Asís (© Archivo fotográfico del Sacro Convento de San Francisco en Asís).
«La Natividad del Cartel de Navidad 2016 forma parte del ciclo del Giotto en el transepto derecho de la basílica inferior de Asís. (…) La escena de la Natividad, comparada con la famosa escena de Padua, parece más “de cuento”, con esa multitud de motivos narrativos: está la llegada de los pastores, pero también hay una niñera para hacerse cargo del pequeño Jesús. Hay un sabor ingenuo en esta composición, poblada con muchos elementos, pero que al final narra la Navidad como una gran fiesta. El orden en que estos elementos están dispuestos muestra un equilibrio que es hijo de una gran visión pictórica («la mente razonadora» de Giotto, de la que habla uno de sus estudiosos más importantes, Luciano Bellosi). En cambio, el candor con que las escenas están efectivamente pintadas revela una personalidad menos elevada, que compensa la diferencia respecto al maestro y una cierta fragilidad en el dibujo, con detalles psicológicos también conmovedores, como esa sonrisa que ilumina el rostro de María mientras mira a su Hijo» (Giuseppe Frangi, «La sonrisa de María», Huellas, diciembre 2016, p. 8).
El texto incluido en el Cartel es una cita de san Bernardo de Claraval, tomada de In vigilia Nativitatis Domini, Sermo III, 1, PL 183. Este es el fragmento:
Quiso venir Aquel que podía contentarse con ayudarnos
Habitantes del mundo e hijos de los hombres, escuchad. Los que yacéis en el polvo, despertad jubilosos; el médico se acerca a los enfermos; el redentor, a los esclavos; el camino, a los extraviados; la vida, a los muertos. Se aproxima el que arroja todos nuestros pecados al fondo del mar, el que cura toda enfermedad, el que nos lleva en sus mismos hombros para devolvernos nuestra propia y original dignidad. Su poder es enorme, pero su misericordia es todavía más admirable, porque quiso venir, así, con la eficacia de su remedio.
(San Bernardo de Claraval)