Julián Carrón: “Junto al Papa en las periferias de lo humano”
Hace sesenta años, don Giussani proponía de nuevo en el liceo Berchet de Milán el desafío del cristianismo como respuesta razonable y apasionante a las exigencias de todo hombre. Y en 2005, año de su muerte, don Julián Carrón tomaba el testigo del fundador.
En la exhortación apostólica Evangelii gaudium, Francisco indica el camino de la Iglesia para los próximos años. Don Carrón, usted guía la Fraternidad de CL. ¿Qué tiene que aprender el movimiento de estas indicaciones?
Se nos desafía a renovar el encuentro personal con Cristo, cada día y sin descanso. Aquí está el origen de la «conversión pastoral y misionera» a la que se nos invita en el documento. Francisco dice claramente que la fuente del impulso misionero es un hombre que vive de la memoria agradecida de Cristo y que quiere compartir la alegría que procede del Evangelio. Él indica el punto del que nace todo, y pide que el anuncio se concentre en lo esencial.
El Papa escribe que el cristianismo no dispone de un único modelo cultural y que, «permaneciendo plenamente uno mismo, en total fidelidad al anuncio evangélico y a la tradición eclesial, llevará consigo también el rostro de tantas culturas y de tantos pueblos en que ha sido acogido y arraigado». ¿Cómo se produce esto en vuestro movimiento, que ha echado raíces en muchos países?
La presencia de comunidades nuestras en ochenta y un países, en contextos muy distintos, y la amistad que se ha dado con personas de tradición ortodoxa, anglicana, judía, musulmana y budista, testimonia que cuando se apunta a lo esencial, se puede entrar en diálogo con el corazón del hombre de cualquier latitud. Suceden hechos conmovedores, como el caso de una mujer africana que no conseguía tener hijos. La familia del marido le instaba a que la abandonase, como se hace en la tradición local. Pero el hombre, viéndola tan feliz por la experiencia que vivía en la comunidad de CL, resistió a las presiones, pues no quería privarse de la alegría de la fe que ella testimoniaba, y que era más grande que la imposibilidad de generar. Es un pequeño gran ejemplo de cómo el cristianismo valora y exalta todo lo humano.
En el documento se subraya el valor de la experiencia como vehículo privilegiado para la transmisión de la fe. Y en la pedagogía de CL la experiencia juega un papel fundamental. De distintos lugares, especialmente de ambientesligados al tradicionalismo, llegan críticas sobre el peligro de que el énfasis en la experiencia personal haga sombra a la referencia rigurosa a la doctrina, y por tanto represente un atentado a la verdad. ¿Qué piensa usted de esto?
El papa Francisco se sitúa tras la estela de sus predecesores, Juan Pablo II y Pablo VI, cuando afirmaban que «el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías» (Redemptoris Missio 42; cf. Evangelii Nuntiandi 21, 41, 76). Sólo si el hombre experimenta la pertinencia de la verdad de la fe a las exigencias de la vida podrá encontrar razones adecuadas para adherirse a ella. En el cristianismo, la verdad se ha hecho carne para que el hombre pudiera hacer experiencia de ella y, de este modo, encontrar motivos para una adhesión plenamente razonable. Es lo que les sucedió a los primeros que siguieron a Jesús: Andrés y Juan no sabían quién era aquel hombre, pero le siguieron por la correspondencia humana que descubrieron en el encuentro con Él. ¡Nadie les había mirado así hasta ese momento!
Francisco subraya que los movimientos son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los ambientes. Y añade que «es muy sano» que no pierdan el contacto con la parroquia «y se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular». ¿Cómo viven los miembros de CL esta relación, que en el pasado fue motivo de incomprensiones y de oposición?
El Papa está pidiendo que salgamos a las periferias existenciales para encontrar a todos, creyentes y no creyentes, sin esperar a que los hombres vengan a buscarnos. Él es el primero que está dando ejemplo de esto con sus palabras y su testimonio. CL nació y se difundió en los ambientes – escuela, universidad, trabajo, barrios –, pero los miembros de CL no desprecian las parroquias. Solamente en la diócesis de Milán existen cuatro mil personas comprometidas de distinta forma: catequesis, coros, sociedades deportivas, ayuda al estudio y actividades educativas en las parroquias. Volver a plantear una contraposición o rivalidad entre CL y las Iglesias locales es algo que no se corresponde con la verdad: la tarea a la que el Papa que nos llama a todos es a colaborar con la única misión de la Iglesia, a salir al encuentro de los hombres para testimoniar la alegría del Evangelio. Todos debemos desplazar el centro de gravedad.
El primer documento escrito enteramente por Francisco está dedicado a la evangelización, y se firmó el mismo día en que se clausuraba el Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. ¿Existe una fuerte continuidad entre dos pontífices a los que muchos siguen calificando como muy distintos?
Lo que une a Benedicto y a Francisco es la pasión por Cristo. El primero percibió la necesidad de partir de nuevo de los fundamentos, y el segundo ha tomado su testigo insistiendo en la urgencia misionera. Ambos tienen la clara percepción de que la fe ya no puede ser considerada como un dato obvio, y de que en el origen de la misión se halla la urgencia de la conversión personal. Francisco lo dice con claridad al comienzo de la Evangelii gaudium (n.7): «No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”». Aquí emerge con claridad – dentro de la diferencia de temperamentos y de sensibilidades que obviamente existe (y que siempre es una riqueza) – la unidad de intención. Además, ¿acaso podían pensar otra cosa las personas que conocen y viven la Iglesia?