¿Es razonable creer en Jesucristo?
«Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, verdaderamente creer, en la divinidad de Jesucristo?». Esta pregunta de Dostoievski, lanzada hace más de un siglo, conserva hoy toda su actualidad. En efecto, toda la cultura que nos rodea responde negativamente: no es razonable creer que Dios se haya hecho carne. En realidad va más allá: no es razonable creer en la existencia de Dios. Es como creer en ovnis.
¿Qué reto lanza a la fe este contexto cultural? Digámoslo alto y claro: no es posible creer en algo que no es razonable. Si la fe no fuera razonable acabaría arrinconada en el mundo de la devoción y las creencias para luego ser abandonada como un cacharro inútil. En una circunstancia como ésta, el papel de la familia cristiana es decisivo.
Es en el contexto familiar donde el niño es introducido en la realidad. Si una madre se sorprende ante las cosas más cotidianas, como la presencia de su marido o una noche estrellada, el hijo aprenderá a reconocer la realidad como signo y no se quedará en la superficie. La hipótesis de Dios se abrirá camino en su vida.
Si viviendo la belleza del cristianismo dentro de la Iglesia, padre y madre se perdonan delante de los hijos, si su afecto mutuo crece con el tiempo, entonces el niño aprenderá que Cristo tiene que ver con el afecto.
Si los padres conciben el trabajo como una vocación y no como algo a soportar, si la casa es un lugar abierto donde entran y salen personas contentas porque han encontrado a Cristo, entonces el niño entenderá que la fe tiene que ver con el mundo entero. Podrá responder afirmativamente a la pregunta de Dostoievski.