«El Papa afronta desafíos históricos»
Don Julián Carrón, el sucesor de don Giussani, alinea a CL con el papa Francisco: «Nos movilizaremos para acoger a los inmigrantes. En el tema del divorcio, estamos con él». Y sobre las parejas homosexuales: «Nada de muros, hace falta diálogo».
Don Julián Carrón, 65 años, hijo de campesinos de Extremadura, criado entre cerezos, ordenado sacerdote el mismo año de la muerte de Franco, sucesor de don Giussani, máximo responsable de Comunión y Liberación.
¿Qué significa el título de su nuevo libro, «La belleza disarmata»?
«La belleza es el resplandor de la verdad, dice santo Tomás; por ello no necesita de ninguna ayuda externa para comunicarse. Debido precisamente a su belleza, es suficiente con el atractivo que ejerce. Me ha parecido que era un título adecuado para una contribución que quiere dirigirse a la razón y a la libertad, sin forzar a ninguna de las dos. El momento histórico que estamos viviendo nos obliga a reconocer que el único modo para acceder a la verdad es el que pasa a través de la libertad».
Usted escribe que es posible un «nuevo inicio» para Europa. Hace tres meses Europa parecía estar acabada. Ahora, desde Grecia a los inmigrantes, algo se está moviendo. ¿Llegará a ser Europa el «espacio de libertad» del que habla usted, o prevalecerán los egoísmos nacionales y materiales?
«Este es justamente el desafío. No existe una respuesta prediseñada. Es una oportunidad para reconsiderar un estilo de vida, superando la tentación de estancarse en las formas del pasado. Hannah Arendt decía que toda crisis “nos obliga a volver a las preguntas” y “exige respuestas nuevas”. Nos corresponde a nosotros aprovechar esta ocasión».
Al referirse a la emergencia educativa, usted sostiene que «los padres han querido ahorrar a sus hijos las dificultades de la vida». ¿Están nuestros jóvenes demasiado mimados?
«El problema no son los jóvenes, sino los adultos. ¿Tenemos algo que proponerles que desafíe su razón y su libertad? Los jóvenes son un juicio sobre los adultos, pagan el escepticismo de los mayores; son más frágiles que las generaciones precedentes, debido a una debilidad de conciencia que se convierte en debilidad afectiva».
Usted insiste en la continuidad entre Ratzinger y Bergoglio, por ejemplo en la relación entre fe y razón. ¿No le parece que en otros aspectos Francisco está imprimiendo un giro a la Iglesia, cosa que no todos aceptan?
«Sin duda. El papa Francisco está afrontando con la audacia de un gigante los grandes desafíos del presente en continuidad con Benedicto XVI. Me asombra que pueda no ser comprendido en su constante reclamo a lo esencial. Creo que ello se debe a una dificultad para reconocer el cambio histórico que se está produciendo en estos momentos, y que en cambio el Papa tiene muy presente».
¿Cuál es la actitud de Bergoglio con relación a CL? ¿Ha sido severo en el encuentro que ha tenido con el movimiento? Usted sabe que algunos exponentes de CL son muy críticos hacia usted.
«Al igual que hace con todos, el Papa no ha tenido reparo alguno en reclamarnos a ser fieles al carisma recibido. Los que estén familiarizados con los reclamos que nos hacía Giussani cuando nos alejábamos de la verdad de la experiencia cristiana, reconocerán que el Papa ha sido incluso demasiado tierno. Por ello, no podemos dejar de darle las gracias por semejante paternidad, que le ha llevado a hacer indicaciones precisas que cada miembro de CL está llamado a custodiar, desde la autorreferencialidad o la invitación a no confundir la fidelidad al carisma con su “petrificación”, hasta el reclamo a no perder la libertad».
Es un Papa sudamericano. Algunos ven en él un acento populista. ¿Es equivocada esta percepción?
«¡Sí! Una cosa es ser sensible a los problemas que se refieren a la justicia para con los pobres, sus necesidades y derechos, y otra bien distinta es ser populista. Al Papa le importan demasiado la dignidad y el destino de cada persona como para diluirlos en una masa a la que contentar».
Las nuevas normas sobre las nulidades matrimoniales, ¿no introducen una especie de «divorcio católico»? ¿No teme que como resultado se debilite el vínculo, se difumine el sacramento?
«No serán las nuevas normas las que debiliten el vínculo, como no han podido las viejas frenar su debilitamiento. Lo único que puede hacer cada vez más fuerte el vínculo matrimonial es una experiencia de fe adecuada, sin la cual la indisolubilidad es una utopía. Sin ceder en el terreno de la doctrina, el Papa constata el gran cambio que se ha producido en el contexto humano en el que un hombre y una mujer deciden contraer el sacramento, con una conciencia cada vez más superficial en muchos casos».
Europa invita a Italia a reconocer las uniones homosexuales. En España este reconocimiento ya se ha producido. ¿Es un fenómeno irreversible, o hay que luchar contra él?
«La propagación de las uniones homosexuales es un dato evidente para todos en una sociedad plural. La cuestión es qué tipo de reconocimiento dar y su relación con la familia fundada en la relación hombre-mujer, con el tema de los hijos y de las adopciones. Todos entendemos que son asuntos de gran incidencia personal y social. Tampoco las parejas homosexuales pueden evitar hacerse ciertas preguntas. En una ocasión uno de ellos me preguntó, hablando de la adopción de los hijos: ¿qué consecuencias tendrá para ellos la falta de una figura femenina? ¿Qué escenario implica para la dignidad de las mujeres el tema de los vientres de alquiler? Hace falta un espacio de libertad que permita un diálogo que no levante muros, sino que inicie procesos, como repite el Papa, incluso a nivel cultural y político».
¿Es justo acoger a todos los inmigrantes, o solo a aquellos que huyen de las guerras? ¿También CL se va a movilizar en favor de la acogida?
«El drama de muchos hombres en situación de extrema necesidad golpea la conciencia de todos. Nadie permanece indiferente ante las imágenes de la televisión: pienso en las iniciativas de algunos dirigentes europeos y de la misma UE, o en el llamamiento del Papa a abrir las parroquias. No hay duda de que los refugiados tienen prioridad, pero no podremos detener la llegada de otros inmigrantes. La gente de CL, comprometida desde hace tiempo en muchas iniciativas de acogimiento, encontrará la forma de ofrecer su disponibilidad a las peticiones de las diócesis».
En Italia muchos hombres de Iglesia, sacerdotes y cardenales, han puesto un freno.
«No se trata solo de una emergencia, sino de un cambio radical. Nuestra respuesta no puede ser solo práctica, organizativa. Se necesita un cambio cultural, de mentalidad. Estamos llamados a convivir con el dolor de los demás. Estamos llamados a la conversión».
En una entrevista al «Corriere», hace tres años y medio, usted dijo que no existen «políticos de Comunión y Liberación», y que CL tiene que estar atenta para no ser utilizada. ¿Cree que lo ha conseguido?
«Creo que sí, a pesar de que se siguen usando por inercia ciertas expresiones heredadas del pasado. Hoy todos distinguen entre el movimiento y los políticos que pertenecen a CL, que actúan –y no puede ser de otro modo– bajo su responsabilidad personal. Esta distinción es esencial y no puede dejar de ser beneficiosa para CL y para los políticos».
Y sin embargo Comunión y Liberación sigue siendo acusada de haber construido un sistema de poder a través de la Compañía de las Obras. ¿Qué responde a esto?
«Creo que es absolutamente falso. Se ha extendido, a veces de forma intencionada, una idea de la CdO como un lobby bajo la dirección oculta de CL. La CdO nace de la libre iniciativa de personas para sostenerse a la hora de llevar a cabo obras y empresas. Como cualquier actividad, es siempre un «intento irónico», como decía siempre don Giussani, es decir, susceptible de errores. Que cada uno juzgue si, con esta crisis, las iniciativas para crear puestos de trabajo y respuestas a las necesidades son algo de lo que arrepentirse».
¿Cuál es su recuerdo de don Giussani?
«Mi recuerdo es el de una persona desbordante de pasión por Cristo y por los hombres. Por eso dedicó toda su existencia a mostrar que la fe cristiana puede ofrecer una contribución significativa a la vida de todos en el contexto actual, en donde no es fácil encontrar puntos de referencia para orientarse. Siento una gratitud sin límites por haber tenido la gracia de conocerle; esto ha producido en mi vida un cambio de rumbo sin comparación alguna».
¿Cuál es su herencia?
«Una conciencia del cristianismo como acontecimiento de vida, que ha hecho que resulte de nuevo interesante para miles de personas en todo el mundo; una idea de educación como introducción en la realidad hasta llegar a su significado, a la altura de la emergencia educativa; una insistencia en el testimonio para mostrar la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida; una apertura a todo lo que hay de verdadero, de bello y de bueno en cualquier persona; un respeto y una valoración de la libertad de la persona. Espero no malgastar la gracia recibida».