Córdoba y Giussani
El miércoles, la parroquia de Nuestra Señora de la Aurora fue escenario de un cálido recuerdo-homenaje a la figura de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, con la celebración de una eucaristía, presidida por el vicario general de la diócesis, Francisco Jesús Orozco. Primeramente, el párroco Javier Calavia, dirigió un saludo a los participantes, enmarcando una misa que se ofrecía por monseñor Giussani, al cumplirse 7 años de su fallecimiento, y se celebraba asimismo la apertura de la causa de su canonización. Córdoba colocaba así su granito de arena en el proceso que ahora acaba de iniciarse. "Don Giussani fue, sobre todo, un genio de la educación", afirma Máximo Camisasca, uno de los primeros de su movimiento. Tomó de la mano a miles de chavales llevándoles a descubrir la conveniencia humana de la fe, cosa que muchos daban por descontado o ya no conocían. Su método consistía en mostrar la racionalidad de la fe a través de una implicación personal: "Nos llevaba a la montaña, nos hablaba de las lecturas que más le habían marcado, nos hacía escuchar la música que le había fascinado en sus años del seminario; así, todo se convertía para nosotros en un camino hacia Dios porque lo había sido y lo era, en primer lugar, para él". Frente al sentimiento difuso de que el cristianismo es un fardo pesado, él permitió a los suyos hacer experiencia de que la fe es el culmen de la razón y la plenitud de la libertad. Mientras tantos se replegaban en los contornos amurallados para defender los últimos valores cristianos, Giussani invitaba a vivir la fe al aire libre, haciendo visible la comunión cristiana en todos los ambientes. Y mientras el discurso cristiano se hacía incapaz de interpelar a un mundo en permanente revuelta, él enseñaba a mirar el corazón del hombre siempre sediento y deseoso del Infinito. Córdoba le ha recordado con afecto.