Carrón (CL): «Con la elección de su nombre nos indica que no tiene más riqueza que Cristo»
Ante la noticia de la elección del nuevo Pontífice Francisco, Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, ha declarado:
En medio de la alegría incontenible de tener un nuevo guía para nuestro pueblo de creyentes, me ha sorprendido su capacidad para indicarnos, desde el primer momento, con gestos sencillos que cualquiera puede comprender, dónde fija su mirada. Con la elección de su nombre, Francisco, nos está diciendo que no tiene más riqueza que Cristo. No confía en ninguna otra modalidad para comunicarlo sino en el puro y sencillo testimonio de Cristo.
El Papa Francisco ha expresado con una petición desarmante la conciencia de que este testimonio es pura gracia que debe ser mendigada: «Os pido que recéis para que el Señor me bendiga». Con la oración del Papa junto a la multitud en la plaza de San Pedro, ha tomado forma ante los ojos del mundo el milagro de esa vida que es la Iglesia, cuyo corazón es Cristo mismo.
Me impresiona la sintonía profunda, fundada en la fe en Jesucristo, entre el realismo de Benedicto XVI, que con su gesto ha recordado al mundo que la Iglesia es de Cristo, y el humilde realismo del papa Francisco, que ha expresado desde el primer instante la conciencia de su ministerio como Obispo en comunión y en camino con el pueblo de la Iglesia de Roma, «que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias», según la feliz expresión del gran san Ignacio de Antioquía.
Conmovidos por la invitación a empezar el camino juntos, Obispo y pueblo, pedimos a la Virgen que nos conceda a cada uno ese abandono a Cristo que trasluce en Francisco en este momento.
Agradecidos al Espíritu por haber dado una guía a su Iglesia, comenzamos por tanto el camino deseosos de seguir y de servir al Papa con todo nuestro ser, según la enseñanza que hemos recibido de don Giussani: «El rostro de aquel hombre [Cristo] es hoy el conjunto de los creyentes, que son su signo en el mundo, o – como dice san Pablo – su Cuerpo, Cuerpo misterioso, también llamado “pueblo de Dios”, guiado como garante por una persona viva, el Obispo de Roma».