Cuando don Giussani estudió a Niebuhr

La tesis doctoral del fundador de CL publicada en un libro con prólogo del arzobispo de Milán, Mario Delpini. Aquí, algunos fragmentos de la introducción
Monica Scholz-Zappa

Acercarse hoy a la tesis doctoral de Luigi Giussani no es solo una ocasión para redescubrir un precioso documento sobre su vida y los inicios de su producción científica, sino para identificarse con un “inicio” constante, con esa vibrante capacidad de encuentro que brotaba del cauce unitario de su fe, dentro de una relación originaria con Otro. Pues en ese horizonte unitario halló siempre razones y entusiasmo para una mirada apasionada por el otro, en tensión por valorar y encontrar el valor de todo en todos.

Leer estas páginas es recorrer su incansable búsqueda de la verdad, donde teología, antropología e historia se funden en una recíproca tensión kerigmática de testimonio y misión. Una tensión que vibra en una escritura aguda, en una incidencia sistemática y rigurosa, en una atención pendiente por captar hasta los detalles más recónditos de textos y autores.

El 23 de junio de 1954, Luigi Giussani obtuvo el doctorado en teología, en la Pontificia Facultad Teológica Milanesa, en Venegono Inferior, con una tesis titulada El sentido cristiano del hombre según Reinhold Niebuhr. El tribunal estaba formado por Carlo Colombo, monseñor Carlo Figini y Giovanni Battista Guzzetti. La nota final fue 70/70, magna cum laude. La tesis, que en su manuscrito original se compone de dos volúmenes (texto y notas), está enriquecida por una amplia bibliografía de textos originales de Reinhold Niebuhr, leídos y traducidos por él directamente del inglés, así como una rica literatura secundaria, en inglés, alemán y francés, referida tanto al autor en cuestión como los estudios que estaban de moda entonces sobre el protestantismo americano.

Como escribe Alberto Savorana en su biografía de Giussani: «Monseñor Antonio Rimoldi, algo mayor que Giussani, profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad teológica de Venegono, señalaba que “tras la recomposición de la facultad conforme a la norma de la Deus scientiarum Dominus, solamente tres personas obtuvieron la nota máxima”, uno de los cuales fue precisamente “Giussani con su tesis sobre Niebuhr”», que representa «uno de los frutos más significativos de la preparación que Giussani recibió de la “Escuela de Venegono”, (…) la mejor premiada de las tesis realizadas hasta entonces en el ámbito de la facultad teológica de Milán» (A. Savorana, Luigii Giussani. Su vida, Encuentro, Madrid 2015, 164).

Esta edición de su tesis doctoral, fruto de la colaboración entre la Fraternidad de Comunión y Liberación y el Seminario Arzobispal de Venegono, saca a la luz la fuerza especulativa y el rigor científico que hacen de Giussani no solo un excelente representante de la riqueza de los estudios impartidos en la Escuela Teológica de Venegono, sino también un testigo de ese ímpetu ecuménico que está en la base de la visión y de la propuesta educativa que acompañó toda su vida. […]

Su tesis doctoral se enmarca en una amplia carrera de estudios que Giussani dedicó al tema del protestantismo anglo-americano. Un interés que tiene raíces lejanas, marcado por una ardiente pasión misionera y ecuménica. Él mismo lo contaba así: «Podría decir que lo aprendí en los pupitres de la Facultad Teológica de Venegono. Pero también podría identificar el pasaje bíblico que me sirvió de leit-motiv aquellos años: el capítulo quinto de la segunda carta a los Corintios: “Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos”». (L. Giussani, Un avvenimento di vita, cioè una storia, Edit-Il Sabato, Roma 1993, 57). […]

Por tanto, a la pregunta de por qué eligió para su tesis el protestantismo americano, la respuesta fue: «Para mí, en último término, fue un interés ecuménico. De hecho, me preocupaba la “Escuela católica” del sector ecuménico. Luego supe que veinte años de pensamiento teológico americano habían estado dominados por Niebuhr, un puesto que luego heredó Tillich en términos distintos, más completos desde el punto de vista filosófico y teológico» («Seminario con Mons. Luigi Giussani, 6 de enero de 1984», Anuario del departamento teológico, Istra-Edit, Milán 1985, 132-133). […]

Así cayó la elección sobre Reinhold Niebuhr, «un personaje singular que engloba en sí la agudeza de la investigación sociológica, la profundidad filosófica y el espíritu religioso de un gran teólogo. Él representa el resultado más maduro y crítico de la teología protestante norteamericana de los años 30-40» (L. Giussani, Un avvenimento di vita, cioè una storia, cit., 359). […]

El título de la tesis –El sentido cristiano del hombre según Reinhold Niebuhr– ya deja vislumbrar la dirección que quería imprimir a su análisis: la pregunta sintética sobre el sentido del hombre y de la historia a la luz de la Revelación cristiana. […]

Tras una descripción introductoria del panorama histórico-teológico donde se sitúa el pensamiento de Niebuhr, Giussani, en la primera parte de su tesis, plantea «El problema humano. El medio de su solución». El problema humano debe entenderse ante todo a nivel estructural, como tensión entre los «elementos antitéticos» que subsisten en el hombre, como naturaleza y como espíritu, finito e infinito, experiencia del límite y anhelo de su trascendencia. Se trata del intento de encontrar un punto sintético y unificador, un punto –como lo llama Niebuhr– de «autotrascendencia».

Los diversos intentos de resolución, procedentes tanto de las corrientes más de moda en la cultura secularizada como de las nuevas formas del Renacimiento, así como de las doctrinas cristiana, católica y reformada –caracterizadas aún, una por una «solución impaciente» confiada a una autoridad infalible, otra por la promesa de un cumplimiento solo en el más allá–, resultan insatisfactorias a la vista de Niebuhr.

La parcialidad e insuficiencia de las posturas fideístas y naturalistas, con las que el hombre intentaba afrontar el “problema humano”, llevan a Niebuhr entonces a verificar de un modo más esencial el papel de la Revelación en ese intento de resolución. […] Niebuhr habla de “historia dentro de la historia”, cuya cumbre es la Resurrección: ese «acto» de Dios en la historia que consiste –como comenta Giussani críticamente– en la «existencia de la fe», es decir, no como «un dato que suscita la fe, sino una fe suscitada que valora un dato». Giussani, en esta primera parte, anticipa en cierto sentido el punto candente de lo que después será su crítica a Niebuhr, quien puede usar «las mismas expresiones que la fe ortodoxa, pero con un significado sustancialmente cambiado: […] el Verbo se ha manifestado en la Carne, pero el Verbo no se ha hecho carne». […]

En la segunda parte de su tesis es donde Giussani ahonda con más detalle en la lectura que hace Niebuhr, ahora en términos “existenciales”, de la tensión estructural que es propia del hombre. Partiendo de una perspectiva explícitamente bíblica, pasa a definir esa tensión como lucha entre el bien y el mal, entre criatura e imago Dei, entre naturaleza y gracia, una dinámica que adquiere toda su dramaticidad como sentido del pecado, como angustia, como experiencia del defecto de la voluntad y su carácter inevitable. Es una tensión que nace delante de un sentido primordial de «justicia original», casi un estado de inocencia, una “ley natural” del yo. Una ley que, por una parte, como “naturaleza”, es necesariamente limitada e imperfecta pero, por otra, como «“ley” de la libertad», podría compararse, según Niebuhr, a «esas virtudes que los católicos llaman “teologales”: fe, esperanza, amor (o caridad, agape). Estas no son, como afirman los católicos, algo totalmente “por encima” de la naturaleza humana y totalmente perdidas por la culpa. Son exigencias propias del yo como libertad». […]

«Todo acto existencial contiene una aproximación al ideal. […] Toda realización humana, personal o social, contiene un valor específico que la eternidad, aun completándolo, mantendrá –digamos– marcado y distinto. […] La revelación de la misericordia de Dios dona a la existencia la base necesaria de seguridad y serenidad para tener la fuerza y la resistencia de actuar, y permanecerá al final como prenda de la completitud deseada».

Son muchos los puntos, observaciones y definiciones que surgen de la «imponente construcción» niebuhriana que exige necesariamente una valoración por parte de Giussani, a lo que dedica la tercera y última parte de su tesis, titulada «Una mirada crítica».

La inspiración ecuménica que acompaña el estudio de Giussani trata ahora de centrar las cuestiones abiertas, incluso en un sentido más general respecto al pensamiento protestante, empezando por la que se refiere a la «verdad constitutiva de la Revelación cristiana en sus aspectos esenciales» y al criterio para alcanzarla. Giussani identifica dos criterios fundamentales que definen el alma protestante. «El primer elemento es la Innerlichkeit, que puede definirse como una exigencia y pretensión de inmediatez interior con Dios. El segundo elemento es la interpretación bíblica». Dos criterios que llevan «por una parte a una supresión de lo trascendente y por otra a un desmoronamiento de la objetividad del fundamento bíblico». La consecuencia de estas actitudes, bajo el influjo de la teología dialéctica –es decir, de una separación absoluta entre el hombre y Dios– era que convicción de que «nada de lo trascendente puede quedar objetiva y absolutamente definido por la razón ni ontológicamente contenido por la existencia» y, por tanto, «nada de Dios se puede definir mediante conceptos racionales. En efecto, definir es limitar y Dios está más allá de cualquier término o definición». De este modo, explica Giussani, «la mediación del concepto fue sustituida por la inmediatez del “encuentro”, por el dinamismo de la abstracción y la intuición intelectual, la experiencia existencial: he ahí la herramienta para la construcción de la nueva metafísica». […]

En una especie de pars construens, Giussani se detiene, desde un «punto de vista católico», en dos aspectos sustanciales de su crítica a Niebuhr, que son su reducción del concepto de gracia sobrenatural y la gratuidad absoluta de su comunicación al hombre. «Para la doctrina católica –aclara Giussani– la existencia del hombre se puede concebir totalmente sin ningún elemento que remita de manera unívoca a lo divino, sin ningún elemento partícipe de la naturaleza divina». El elemento divino viene, «digamos, de la naturaleza humana de su existencia» gracias a «esa capacidad de obedecer que es la definición profundamente teológica de la disponibilidad radical que el espíritu creado tiene frente a su creador (…). La esencia humana ha sido creada como una gran espera». […]

El estilo fascinante e impetuoso de esta última parte se desarrolla entre comentarios críticos y puntualizaciones que desembocan, en las páginas finales, en una síntesis de los elementos negativos y positivos resultantes de su investigación. Con todos los puntos críticos señalados, en las páginas finales de su tesis Giussani quiere expresar un juicio positivo sobre la obra de Niebuhr, señalando no solo su actualidad sino, en el fondo, el motivo más sincero de su interés por el teólogo americano. «El valor de la obra de Niebuhr reside en el hecho de que su enfoque y su respuesta son de extrema actualidad por el tipo de pensamiento que hoy domina en todo el mundo occidental. Al terminar su vasta Historia de la filosofía, Abbagnano concluye: “posibilidad es verdaderamente la categoría fundamental de la filosofía contemporánea… ¿Es posible la elaboración de esta categoría fundamental de tal forma que pueda adaptarse a una comprensión positiva y fundante del hombre y de su mundo? La obra de Niebuhr es una respuesta a esta pregunta».