El mayor patrimonio del país, cuatro años después del terremoto
Un 12 de enero de 2010 la tierra tembló en Haití. CESAL, ONG de Cooperación Internacional española presente en el país desde 2007 continúa su labor en la capital, Puerto Príncipe, y la zona rural de Fonds Verretes. Hoy se estima que145.000 personas se encuentran desplazadas viviendo todavía, 4 años después, en alguno de los 306 campamentos que quedan en la actualidad, en condiciones muy precarias, con casos de violencia y con la amenaza de ser expulsados por las autoridades locales. No se vislumbran planes del gobierno para apoyar la retirada de estas personas desplazadas de estos campamentos, y se corre el riesgo de que se consoliden y se conviertan en barrios marginales permanentes.
Desde aquel 12 enero de 2010, la inestabilidad política, el cólera (que ha dejado casi 8.000 muertes) y los huracanes (el último el Sandy, el pasado noviembre, que dejó 51 víctimas mortales) han golpeado la isla, lo que hace aún más difícil una recuperación a largo plazo. En la capital existe poca reconstrucción de carácter público de vivienda social, hospitales, escuelas... La mayoría son iniciativas de carácter privado y, sobre todo, gracias al apoyo de la comunidad internacional y las ONGs de desarrollo como CESAL. El gobierno centra sus esfuerzos en volver a levantar sus edificios ministeriales destruidos, reconstruir lugares públicos como plazas o parques, y reparar calles y carreteras. Como contraste a la falta de viviendas, hospitales o escuelas, vemos como se levantan numerosos hoteles de lujo y grandes supermercados, financiados por inversores que ven un nuevo mercado en el gran aumento de organizaciones, empresas y personas extranjeras llegadas al país después del terremoto.
Bajo este panorama controvertido, el gobierno haitiano ha diseñado un Plan Estratégico de Desarrollo para Haití con el fin de convertirlo en un país emergente en el año 2030, desde una perspectiva de refundación del país, más que de reconstrucción. Gran reto para un país que mantiene todavía una dependencia enorme de la ayuda internacional y cuyos indicadores de desarrollo son los más bajos de América Latina.
Paseando por Puerto Príncipe, o visitando las comunidades rurales, podemos percibir mucha precariedad y sufrimiento. Frente a este panorama, que pudiera parecer poco esperanzador, se ve una sociedad de gran vitalidad, donde la mayoría de familias haitianas salen cada día de sus casas a enfrentarse con valor, coraje y esperanza a una realidad a menudo muy dura. En cada calle o esquina es fácil ver ejemplos de sacrificio, de esfuerzo, de creatividad y de lucha para, por ejemplo, sacar adelante un negocio informal y llevar unos ingresos al hogar. Impresiona ver como cada mañana los padres y madres, muchos de bajos recursos, llevan a sus hijos impecables a la escuela.... Esta otra realidad, pocas veces resaltada en los medios, nos muestra el mayor patrimonio de Haití: sus gentes y su capacidad de enfrentar las adversidades.
Esto nos da esperanza y nos motiva, a todos los que trabajamos en CESAL, a seguir apostando por trabajar en Haití. Nuestro objetivo es ponernos al lado de las autoridades públicas y la sociedad civil haitiana en su nuevo proceso de refundación del país, pero sobre todo, al lado de las familias más vulnerables, con nombres y apellidos, que a menudo quedan excluidas de estos grandes programas gubernamentales.
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