Peregrinación a Czestochowa

Julián Carrón

«La mayor alegría en la vida del hombre es sentir a Jesucristo vivo y palpitante en la carne de nuestro pensamiento y de nuestro corazón» (don Giussani). No hay nada más arrebatador que sentir a Cristo vibrar en nuestras entrañas; no como un recuerdo devoto sino como una Presencia que cambia nuestra vida.
Queridos amigos, de camino a Czestochowa pedid a la Virgen que Cristo sea el centro de vuestra vida.
El Papa Francisco nos recuerda que «la peregrinación es un símbolo de la vida, nos hace pensar que la vida es caminar, es un camino». Y con un gesto de caridad infinita nos advierte: «Si una persona no camina y se detiene, no sirve, no hace nada. Pensad en el agua, cuando el agua no está en el río, no corre, no sigue su curso, se corrompe. Un alma que no va por la vida haciendo el bien, que no colabora en lo mucho que se debe hacer por la sociedad, para ayudar a los demás; y un alma que no camina por la vida buscando a Dios y al Espíritu Santo que te mueve desde dentro, es una alma que termina en la mediocridad y en la miseria espiritual. Por favor, ¡no os detengáis en la vida!». ¡Qué regalo poder caminar sostenidos por un compañero tan fiable!
Así tendréis algo verdaderamente decisivo que pedir: que vuestra vida no se detenga nunca, que esté toda ella tomada por Cristo resucitado. «Nuestra autoconciencia alcanza su cumbre en el misterio de la Resurrección. En él culmina la autoconciencia del cristiano y, por tanto, la autoconciencia nueva de mí mismo, del modo en que miro a todas las personas y las cosas» (don Giussani), empezando por mí mismo.
Que Su presencia en la mirada, custodiada por la memoria, se haga cada vez más familiar para nosotros, de modo que podamos mirarlo todo con esa presencia en los ojos, incluso nuestras caídas, «todos hemos tenido en la vida caídas, errores; pero si te has equivocado, levántate rápidamente y continúa caminando. “Canta y camina”, decía san Agustín a sus fieles; caminar con alegría y caminar también cuando el corazón está triste, pero caminar siempre. Y si necesitas detenerte, que sea para descansar un poco y tomar aliento para seguir avanzando después. ¡Canta y camina! Siempre, ¡canta y camina! Vosotros hacéis esta peregrinación “acariciados por la misericordia”. La misericordia de Jesús lo perdona todo, siempre te espera, siempre te ama mucho» (Papa Francisco). Pedid a la Virgen esta familiaridad con Cristo, para testimoniar en cualquier ambiente –la universidad o el mundo laboral– la novedad que Él ha introducido en nuestra vida.
Pero somos frágiles; podéis desanimaros o distraeros a lo largo de la peregrinación; el Papa nos invita a no asustarnos, sostenidos por la luz de estas palabras: «La moral cristiana no es el esfuerzo titánico, voluntarista de quien decide ser coherente y lo logra, una especie de desafío solitario ante el mundo. No. Esta no es la moral cristiana, es otra cosa. La moral cristiana es respuesta, es la respuesta conmovida ante una misericordia sorprendente, imprevisible, incluso “injusta” según los criterios humanos, de uno que me conoce, conoce mis traiciones y me quiere lo mismo, me estima, me abraza, me llama de nuevo, espera en mí, espera de mí. La moral cristiana no es no caer jamás, sino levantarse siempre, gracias a su mano que nos toma».
¿Quién podría seguir caminando sin esta certeza? ¿Quién podría mirar su propia vida, con sus pesos y con la carga de los propios errores, sin esta certeza? Inmersos en este gran Misterio, caminar juntos puede ser una gracia verdadera para todos. Muchas veces querríamos tenerlo todo claro antes de empezar, y esto nos bloquea. Pensad en un joven que se enamora de una chica, y se pregunta: «¿Me lanzo o no me lanzo? Antes de hacerlo debo aclarar mis ideas, debo estar seguro…», ¿cómo podría esperar alcanzar una certeza sobre esa relación sin arriesgarse? Debe empezar a dar pasos; y ya desde el primer instante cuenta con la luz necesaria para dar el primero, porque esa chica ha despertado su interés, con otras no siente ese deseo de volver a verlas, pero con ella sí. Entonces vuelve a verla, y piensa en lo hermoso que es estar con ella, y así da un paso más, y otro, y otro más. Y con el tiempo las cosas se irán aclarando. Pero nosotros olvidamos que la vida es como una semilla que se desarrolla con el tiempo. Juan y Andrés no sabían dónde les llevaría Jesús, pero no pudieron resistirse ante el deseo de volver a buscarle al día siguiente. En aquel primer encuentro percibieron algo excepcional, por lo que era razonable seguir a Jesús; adhiriéndose a lo que habían visto, caminando con Él, con el tiempo se aclaró todo.

En cada paso hacia la Virgen Negra, en el sexagésimo aniversario del inicio del movimiento y a los diez años del nacimiento al cielo de don Giussani, pedid para vosotros, para mí y para todos nuestros amigos repartidos por el mundo, vivir nuestro carisma según lo que nos ha pedido el Papa Francisco: como la modalidad con que Cristo nos invita a seguirle hoy, reconociendo que Él es el centro. Rezando por el Papa, pedid ser tan sencillos como para seguirlo afectiva y efectivamente.

Junto a vosotros en el camino,
Julián Carrón

Formato PDF