Saludo al concluir el Triduo Pascual de GS

Julián Carrón

Queridísimos,

La realidad, junto con el corazón, es nuestra gran aliada.
Aliada contra nosotros mismos cuando nos dejamos atrapar por nuestro mal humor y por nuestros miedos.
Por fortuna, la realidad es testaruda. Y es más real que nuestras dudas.
Se impone en nuestras jornadas –sea cual sea nuestro estado de ánimo– sin pedirnos permiso.
Lo vemos cuando sentimos todo su atractivo al encontrarnos con un rostro amado.
Por eso es de locos negar su evidencia. Negarla es como negarse a sí mismos.

Reconocerla es fácil. Bastaría con ceder a su atractivo, como un niño ante el espectáculo de una montaña. ¿Significa eso ser ingenuos? No. Simplemente quiere decir ser sencillos, leales con lo que los ojos ven.

Sin embargo, a veces parece que el miedo a la nada nos asalta. ¿Y entonces? Entonces nos vuelve a acompañar nuestra gran aliada: la realidad es la mayor negación de la nada. ¡Existe! ¿Frágil? ¿Fugaz? ¿Efímera? Pero existe. ¡Sin posibilidad de apelación!

Solo hay un inconveniente: para reconocerla, es necesaria la libertad. ¡Gracias a Dios! ¿Quién de nosotros quisiera ser amado por esclavos, por robots, mecánicamente? Yo no, ¡nunca!

Para hacer más fácil su reconocimiento, el Misterio se ha hecho carne, murió y resucitó por nosotros. La imponencia de Su presencia era tal que no dejaba indiferente a nadie.
Como nos dijo el Papa Francisco en la plaza de San Pedro, «Andrés, Juan y Simón: se sintieron mirados en lo más profundo, conocidos íntimamente, y esto suscitó en ellos una sorpresa, un estupor que, inmediatamente, los hizo sentirse unidos a Él…».

Don Giussani nos recuerda que «el camino del Señor es sencillo como el de Juan y Andrés, Simón y Felipe, que comenzaron a ir detrás de Cristo por curiosidad y deseo. No hay otra vía, en el fondo, fuera de esta curiosidad cargada de deseo que suscita el presentimiento de lo verdadero».
Solo quien acepta esta curiosidad cargada de deseo podrá descubrirlo.

Mientras tanto, Él espera nuestro reconocimiento. Libre. «Y cuando nosotros llegamos, Él ya nos estaba esperando» (papa Francisco).

El cristianismo es un camino solo para hombres que no renuncian a su razón y a su libertad.

Buena Pascua, amigos.

Formato PDF