Una visita provocadora

José Francisco Serrano

Hay coincidencias que no lo son. Esta semana visitaron Madrid los líderes de dos de las más relevantes realidades eclesiales del momento: Kiko Arguello, iniciador del Camino Neocatecumenal, y Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Del primero, y de su diario espiritual, ya hablamos semanas atrás. El nuevo libro del segundo representa una de las provocaciones eclesiales, e intelectuales, más atractivas que se han escrito últimamente. Durante no poco tiempo, por estos predios, se decía que Comunión y Liberación había venido a España para iniciar, o consolidar, la revolución neoconservadora, también dentro de la Iglesia. Escuchar, y leer, a Carrón despeja tópicos al uso.

Julián Carrón, sucesor de Luigi Giussani, tiene asida con fuerza las riendas de este movimiento apostólico de extendida presencia en Italia. Combina las formas expresivas de la Extremadura más profunda con la finura de quien cita a Leopardi, Pavese o Peguy. Su libro «La belleza desarmada» (Encuentro) parte de la hipótesis de que algo importante se ha deshecho delante de nuestros ojos. No vivimos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Las grandes convicciones que han sustentado el cristianismo ya no resisten. Se han derrumbado las evidencias, lo que sirvió para humanizar Europa. Tenemos dificultad para reconocer y definir hasta lo más elemental –por ejemplo, el matrimonio–. Incluso el cristianismo ha dejado de ser interesante para no pocos cristianos. Ni el lenguaje ni algunas de las instituciones de la Iglesia nos ayudan.

El Concilio Vaticano II dejó claro que no hay otra modalidad de proponer el cristianismo que la de la libertad. La Iglesia es más consciente de que estamos un poco menos presuntuosos. Tenemos muchas ideas en nuestra cabeza que hay que revisar. El testimonio, y no la categoría, ni la hegemonía, será el que supere las confrontaciones ideológicas. Sentimos la urgencia de escuchar. Respondemos con una fe que amplía la razón, salva la libertad y propone hechos de vida, que verifican la historia, ante las ideologías. Un nuevo inicio, por tanto. Lo que está haciendo el Papa Francisco.